lunes, 19 de junio de 2017

¿HACIA DÓNDE VA LA INDUSTRIA MUSICAL?

Estamos en una época muy irónica para la industria musical.  Nunca antes en la historia han existido tantas facilidades para promover la música como hoy en día, muy a menudo gracias a plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter, Soundcloud, Snapchat, Instagram, y un largo etcétera, y que están al alcance (siendo de uso obligado) de cualquier artista, grande o chico.

Tampoco nunca antes hemos asistido a una época en donde el acceso a la música haya gozado de tanta horizontalidad (práctica y económica), y, no obstante ello, con grandes pérdidas económicas para los protagonistas. Por citar un ejemplo, esta semana se supo que Spotify, la plataforma de streaming más grande, sigue arrojando pérdidas, llegando a perder € 539.2 millones en el 2016, es decir un 133% más que en el 2015.  




Desde una fría perspectiva de inversión, hasta ahora ningún servicio de streaming por sí solo resulta sostenible; Pandora y Spotify siempre han luchado por tratar de obtener ganancias, mientras que Apple Music y Amazon Music son perdedores de dinero empedernidos, pues, en estricto rigor, sus áreas de servicio de streaming son parte de un amplio portafolio de distribución financiera que apoyan o soportan otros sectores más rentables dentro de sus corporaciones.  Recordemos que fue Napster quien inició esta tendencia en los años 90, pirateando contenido y haciéndolo disponible en línea. Luego, los servicios de streaming básicamente continuaron esa práctica, pues, si bien no roban contenido, lo ofrecen de forma gratuita con soporte publicitario. Otros, como Apple Music y Amazon Music, obviamente tampoco roban música, sino por el contrario, cobran a los usuarios, pero el monto es prácticamente una tarifa nominal. De ambos modelos la mayoría de artistas lo que reciben en la mayoría de los casos es menos de un centavo de dólar por stream.

La razón de estas dualidades es bastante simple: a medida que la música migró de un negocio basado en productos (formatos físicos y descargas individuales) a un negocio basado en servicios (streaming), nunca se creó un modelo para soportar adecuadamente esa transición.

Hoy por hoy, por aproximadamente diez dólares al mes estas compañías están prácticamente regalando música y afrontando pérdidas, esperando en algún momento dejar de hacerlo, pero en tanto ese precio no suba (tal vez hasta en un 100%), no hay razón para esperar que ninguno de ellos sea rentable. Todo ello ha producido una generación de oyentes que pagan casi nada por la música, no la consideran como algo valioso, ya que primero podían descargarla gratis, y luego ahora, escucharla a su antojo y de manera interactiva a precios ridículos, por lo que la industria musical ha terminado devaluándose a pasos agigantados. 

Esos cambios también se reflejan en los conciertos, uno de los últimos bastiones que tienen los músicos para tratar de ser rentables.  Son muy pocos los artistas hoy en día capaces de atraer grandes audiencias o controlar los precios para que la gira valga la pena, y los que pueden, ya son bien grandecitos (Springsteen, los Stones, y McCartney entre los que más éxito tuvieron en sus giras en el 2016).  La mayoría de artistas hoy la tiene bien difícil lidiando con una audiencia acostumbrada más a festivales tipo Lolapalooza o un Coachella, en donde valoran  más la experiencia que la propia música en sí.

Hubo una vez una época dorada en que bandas modestas podían conseguir una vida bastante decente tocando música. Hacían un disco, vendían unos cuantos miles de copias y luego salían de gira para promocionarlo - lo que a su vez impulsaba ventas adicionales- e incluso les iba bien cuando sólo llegaban al punto de equilibrio.  Para algunos artistas grandes, esto era una máquina de hacer dinero, engrosando los bolsillos de todos los involucrados, incluyendo todo su personal, ejecutivos, promotores y empresas discográficas. En otras categorías de artistas más chicos, tal vez no se produjeron grandes riquezas, pero sin duda apoyó carreras y promovió la creación de nueva música.

Los tiempos, sin embargo, cambiaron, pues aparte de un puñado de superestrellas, es casi imposible generar ingresos significativos con ese modelo, ya que el consumidor no paga mucho por la música.  Ante esto, son los artistas y los ejecutivos musicales quienes corren el mayor riesgo. 

Por ello, por el lado de los músicos, cobra mayor importancia concentrar sus esfuerzos en construirse una marca para su producto, hacer crecer su valor en términos de audiencia para que en un futuro gozar de posibles asociaciones con otras marcas. Sólo herramientas de autogestión en primera instancia, o -como lo mencioné en este post- la preparación multidisciplinaria del artista, podrán aumentar las posibilidades de generar retornos de inversión significativos.  Por el lado de la industria musical, se debe luchar por obtener cambios significativos en la forma de compensación de todos los titulares de los derechos, de lo contrario la creatividad sufrirá inmensamente - y con ella, toda la industria de la música.  Y esa lucha es cada vez más fuerte, como se pudo ver en una reunión de artistas europeos en Bruselas con la CE en mayo último, o las presiones de los gremios musicales en los congresos norteamericanos y canadienses.

Los flujos de ingresos creados por las ventas de discos y los conciertos formaron una vez una infraestructura que alimentaba un ecosistema alterno que continuamente generaba nuevos artistas.  Hoy, sin esos flujos de ingresos en la industria - o algo similar para reemplazarlos – puede llegar un momento en que los músicos y ejecutivos no tengan ninguna forma práctica de mantenerse a flote, obligándolos a renunciar y a muchos aspirantes nunca siquiera intentarlo.

Junio 2017

viernes, 19 de mayo de 2017

¿POR QUÉ TUS ESTRATEGIAS MUSICALES A VECES NO FUNCIONAN?

Te dedicas a hacer música y quieres sonar en todos lados, que te contraten para presentaciones, ir a otros países, que tu música llegue a otros mercados, presentarte ante públicos amplios, es decir, vivir -y vivir muy bien- de tu arte.  Trabajas o estudias una carrera de música o de otra disciplina, con gran sacrificio y te sumerges en tratados académicos, ensayos, cultura y estudios de estrategias musicales.

Así, ves con asombro por ejemplo que la multi-estrategia que realizó Trent Reznor de Nine Inch Nails, en donde incluía muestreo de canciones, multimedia, juegos, trivias, amén de diferentes estrategias mediáticas a raíz de su enemistad con su discográfica, Universal Music, hizo que se convierta en un ícono de la innovación en promoción musical.  O te das cuenta también del paso que dio Beyoncé el año pasado al lanzar un álbum sin campaña previa y en exclusiva en Tidal, rompiendo todos los patrones convencionales y desafiando a la industria, que elevó aún más su imagen de diva y de superestrella.  Al igual que Adele, que en complicidad con su compañía discográfica, se atrevió a lanzar su última producción sin tener presencia en ninguna plataforma digital de Streaming, forzando a la gente a comprar el físico o vía download, rentabilizando al máximo el lanzamiento (y de paso incrementando la demanda posterior en las plataformas en donde inicialmente no existía).  Te sorprendes con la islandesa Björk y su gran forma de engagement que maneja con sus fans junto con su inconmensurable creatividad, o la genial idea de U2, que sorprendió a los usuarios de iPhone cuando un día amanecieron todos con su última producción para ser descargada gratuitamente en sus smartphones.

Todas estas estrategias las estudias y analizas en salones de clases, las discutes con tus amigos, con gente de negocios y de la industria.  Y eso está muy bien, así debe ser. Sin embargo, lo que inmediatamente te surge en tu mente de músico emergente es que, “claro, así cualquiera… Beyoncé lo puede hacer porque es Beyoncé, Adele es Adele, y U2 es U2 pues”.  Por supuesto, tú no cantas ni te ves como ellos, ni tu show tampoco es como el de ellos, y te preguntas qué es lo que ellos tienen en común y que tú no.  La respuesta es obvia: “audiencia”, que a final se traduce en “fans”.    Son miles, y los adoran.

Entonces te vuelves loco con las tácticas para conseguir fans… Te metes a cursos de marketing digital, lees compulsivamente consejos como “involucra a tus fans en la producción” ó “prémialos por su fidelidad”.  Comienzas a mantener comunicación constante, respondes todas las comunicaciones, estudias las redes, haces concursos, les regalas entradas o merchandising, y una interminable lista de acciones, todas ellas más o menos efectivas.  Haces la tarea perfectamente, pero te das cuenta que no crece tu audiencia, y te defrauda el medio, te deprimes, crees que no estás haciendo las cosas bien….  ¿Seguro?  ¿Te has preguntado por qué son miles? ¿Te has preguntado por qué los adoran?

Tal vez te estás olvidando de algo tan pero tan básico que lo soslayaste o hasta lo pasaste por alto, y eso es simplemente tu producto.  Tu producto eres tú (o tu banda), y estás obligado a comenzar por la piedra angular de todo, una piedra angular que tiene principalmente tres lados en los que debes concentrarte para perfilar y perfeccionar. 

Si compones, procura que estas sean impecables y únicas.  En el songwriting existen técnicas y reglas. Estúdialas a profundidad, cúmplelas primero y luego haz algo especial.  Culturízate, lee (y mucho), escucha, escribe, aprende, absorbe, conoce tendencias sociales, procésalas y haz lo tuyo.  Igualmente en tu interpretación sé más prolijo aún; aprende técnicas, perfecciónalas, ensaya mañana tarde y noche, toca, canta, escúchate y vuelve a cantar o tocar hasta que ni una sola nota falle.  ¿Todo esto para qué?  Para que tu producto (o sea, tú) tenga un excelente soporte sonoro.  Consigue la mejor materia prima (composición y ejecución), para con ello dar pie a la segunda área elemental: tu grabación.

De nada te va a servir grabar en el mejor estudio, tener un sonido espectacular, o contar con un súper productor musical, si es que tus composiciones son simplonas y si tu interpretación (instrumental o vocal) es estándar, mediocre, o hasta mala.  Si tienes buenos ingredientes, la preparación del plato debe ser aún mejor.  Date cuenta, por más que tengas un buen chef, si no tienes una buena pasta no te va a salir bien, o viceversa, si tienes una buena pasta pero el chef es malo, tampoco el resultado será bueno, así que si tienes buena materia prima, exígete al máximo para lograr la mejor producción posible; trata de no escatimar.

Y tercero, aprende a pararte en el escenario, “pararte” en el más amplio sentido de la palabra y en donde intervienen varios aspectos.  Aprende sobre la importancia de diseñar tus luces, por más austeras que sean (te sorprenderá darte cuenta que no necesitas grandes inversiones para crear efectos y ambientes atrayentes).  El styling es básico, descubre tu estilo, cuida tu imagen (independientemente de cuál sea); si te presentas -en escenario grande o chico, gratis o pagado- con la misma ropa con la que vas a comprar el pan o con la que asistes a clases, difícil que consigas grandes cosas. Haz un guion de tu show, muévete, disfruta y haz disfrutar.  La gente va más que sólo a escuchar; quiere pasar una experiencia multi-sensorial especial, por lo que tu expresión corporal, la parte auditiva y la parte visual es gravitante. Pero por sobre todas las cosas, practica y ensaya.  Toca en todos los escenarios que puedas, consigue experiencia, eso te dará la base para enfrentar lo que sigue.

Recién cuando domines eso, recién cuando tengas algo bueno que ofrecer, podrás concentrarte en ampliar tu audiencia, luego de tener un producto robusto, concreto, consistente, con personalidad:  Cuando hayas conseguido esto, o por lo menos lo hayas perfilado, tu audiencia podrá comenzar a crecer, cuando le ofrezcas un producto que se manifiesta a través de una experiencia que cala e impacta.  Para correr, primero aprende a caminar, y antes a gatear.

Como dijo Ed Sheeran en su reciente visita a Chile, respondiendo a la pregunta de un periodista de Las 40 Principales (¿qué consejos le darías a los músicos chilenos que buscan darse a conocer en la música?), y que se aplica cualquier realidad:

- "No importa de dónde seas; importa lo duro que trabajes, por eso escribe tantas canciones como puedas; has toneladas de shows para ser un artista con experiencia.  Yo no sé cómo es la escena musical chilena, no sé si las disqueras están basadas aquí o en otro país de este continente, pero en mi caso, yo tuve que irme a Londres para realizarme, pero yo ya había hecho el trabajo para ser un cantautor con experiencia.  Por eso, practica tanto como te sea posible en composición y actuación en tu país, y si tienes que irte a otro lado para realizarte, hazlo, pero llega preparado”.

Finalmente, les dejo una infografía sobre 9 grandes mentiras en la industria musical para artistas nuevos.  Hasta la próxima entrada.



Mayo 2017


viernes, 7 de abril de 2017

EL ARTISTA DE HOY




Leí hace poco en la revista Distorsión una entrevista a Javier Martinez, ícono del rock en nuestro idioma y baterista del pionero trio argentino Manal, que, junto con Almendra, son los papás del rock en nuestro idioma (fina cortesía de Jorge Fernández Vegas).  El artículo lleva el provocador título “Javier Martinez: si no ves a la música como un negocio sos un boludo”, y me hizo recordar algunas conversaciones que a veces tengo con personas de todo tipo, tanto ajenas como miembros de la industria musical y comunidad artística.

En el imaginario popular la sociedad está la idea del artista que gracias a su talento llega a ser descubierto por algún ejecutivo discográfico y, combinando el talento de otros en otras disciplinas, logra la popularidad, el triunfo o la realización artística.  Muy lindo, muy romántico, pero eso hoy ya no es verdad.  Lo fue en los albores de la industria musical y fue el modelo predominante, cada vez con mayor sofisticación, pero poco a poco fue desapareciendo hasta extinguirse en los primeros años del siglo XXI con la aparición del internet. Actualmente solo lo vemos películas.

Napster apareció en el 99 y a partir de allí se dieron muchísimos cambios radicales y vertiginosos en los hábitos de consumo y los modelos de negocio de todos los protagonistas de la industria musical.   Sumémosle a eso el avance tecnológico, el abaratamiento de las herramientas de trabajo, y la democratización de la tecnología y comunicaciones.

Si metemos hoy todo ello en una licuadora, y hablando específicamente de la aparición de artistas nuevos, nos encontramos con un panorama en donde, una de las muchísimas consecuencias es que, hoy por hoy cualquier persona con mínimo conocimiento musical (y a veces ninguno) puede hacer una producción a costos extremadamente bajos.  Los hay quienes transitan por caminos comunes usando fórmulas poco originales con cero talento o creatividad, pero también existen con aquellos que hacen experimentos extraordinarios con inconmensurable capacidad musical o artística.  Ambos conviven y enfrentan prácticamente el mismo problema de falta de visibilidad que les dificulta poder sobresalir y conseguir sus objetivos en medio de millones de personas que están en la misma situación, que luchan a través del Streaming -la nueva forma de consumo- para hacerse notar, o con la escasez de locales y escenarios para mostrar su arte y coadyuvar al crecimiento de su audiencia.  Y esto no tiene nada que ver con el género o la calidad; lo mismo le pasa al que hace cumbia como al que hace fusión étnico-electrónica.

Como dice el artículo que menciono al principio, la música siempre fue y será un negocio; la diferencia está en que antes de los negocios de encargaban otros, y el artista se beneficiaba colateralmente.  El artista de hoy no sólo debe saber de música, sino que al inicio debe encargarse él mismo de todo, y para hacerlo bien, debe saber -o por lo menos conocer- muchas disciplinas.

El artista de hoy debe dominar todo sobre el aspecto netamente musical, y a profundidad.  Debe conocer no simplemente de marketing para provechar todos los caminos que esta herramienta le puede brindar, sino que además debe ser especialista en marketing digital.  Debe dominar técnicas de comunicación y estrategias de negociación.  El artista debe saber de economía para poder dirigir su carrera desde un punto de vista financiero y que le permita la rentabilidad necesaria para cumplir con sus objetivos. Debe tener nociones sobre aspectos legales para poder caminar por los sinuosos senderos del derecho de autor y conexos (y tener perspectivas de rentabilidad también) y poder celebrar contratos comerciales.  Debe saber administración para poder amalgamar todos los aspectos y diferentes ramas de las que tendrá que ocuparse.  Debe saber contabilidad si quiere tomar la cosa en serio y convertir su arte en sustento de vida.

El artista de hoy tiene mayor responsabilidad que antes, debe tener habilidad de gestión multidisciplinaria, ser consciente que con la enorme oferta y la atomización de los canales de comunicación existen posibilidades de identificación de nichos, audiencias y tribus que se alcanzan vía micro-targeting, y entender que sus ingresos pueden venir no sólo de presentaciones, sino también desde la publicidad, merchandising, licencias, derechos, grabaciones, performances, y un largo etcétera.  Tener claro que, al ser un negocio, él debe ofrecer algo valioso a cambio.  Tiene que obtener un retorno a la inversión, ya sea propia o de otro; si no hay retorno, no existe negocio.  Está en el show-business, por lo que si no hay business, no hay show.

¿Hay futuro?  Sin duda; hemos llegado a una época en la que las manifestaciones culturales no tienen que estar necesariamente vinculadas a su exposición en un mercado masivo, dando origen a una diversidad más amplia y, consecuentemente, a la existencia de una producción artística superior.  Pero para sobrevivir, el artista de hoy debe prepararse.  Bienvenidos al mundo de las micro-audiencias, las multi-fuentes de ingresos, y el poli-conocimiento.

Termino con lo que empieza la entrevista a Javier Martinez: “Cuando en el año 80 viajé a Nueva York a comprar una batería para el regreso de Manal, me crucé a Mick Jagger y el tipo estaba ahí porque había decidido estudiar Administración de Empresas.  Con eso ya te expliqué todo”. 

En 1980, Mick Jagger tenía 37 años, y ya era toda una leyenda….  La tenía clara.


Abril 2017



lunes, 13 de marzo de 2017

LOS VALORES EN EL NEGOCIO DE LA MÚSICA


A nadie le cabe duda que el concierto de los Rolling Stones en Lima, marcó un hito en el desarrollo de los megaconciertos en el Perú.  Un evento de tal magnitud esparce su brillo e influencia a través de muchas aristas, entre ellas, el telonero.

El proceso de su selección estuvo plagado de expectativas; que Amén, que Río, que Mar de Copas (todos grupos nacionales de gran trayectoria),  hasta que se impuso la categoría y el peso que le da la historia a una banda peruana que ha marcado a más de una generación, y que desde mi punto de vista no ha sido superada hasta hoy en día, en varios aspectos: Frágil.


Tampoco fueron ajenas las consabidas y populares diferencias de criterio entre algunos de sus miembros, particularmente entre su vocalista primigenio, Andrés Dulude, y el resto de la banda.  El resultado fue la presentación de Frágil antes de los Stones, interpretando si no me equivoco siete temas, cinco con su actual vocalista Alex Rojas (hijo de mi querido y legendario amigo Gerardo Manuel), y dos temas con Andrés.




Pero esta entrada no pretende hablar sólo de Frágil, el artista, sino también de los compositores de sus canciones.

La banda se presentó en el Estadio Monumental de Lima de manera gratuita, sin cobrar un centavo.  Uno puede estar de acuerdo o en contra con la decisión del artista de cobrar o no por una presentación; al final es potestad exclusiva de ellos.  Tal vez subirse al mismo escenario de los Stones pudo haber sido el motivo principal de no cobrar; o quien sabe, el simple hecho de conocer a Jagger y compañía era suficiente.  Sea cual fuere el motivo, es una decisión de la banda, pero lo cierto es que la gratuidad de la presentación fue una condición, y una condición impuesta por el empresario artístico, Kandavu Producciones.

Voy más allá; este hecho quizás pueda estar reñido con los principios de algunas personas (por ejemplo, el mío, humildemente), pero -insisto- cada uno maneja su negocio como mejor le parezca, y al final, es un tema de costos.  Así como imponer esa condición es decisión de Kandavu, aceptarla es decisión del artista, y sobre eso puedo disentir, pero finalmente es su tema.

Sin embargo, si le sumamos a esta condicionante ya por sí sola y a mi modo de ver injusta (sobre todo al tratarse de Frágil, una banda que ya no necesita promoción y que ocupa un lugar importante -si no el principal- en la historia del rock peruano), algunas otras, pero que toca los bolsillos de los autores y compositores de los temas interpretados por el telonero en ese concierto, ya la cosa se va poniendo mal.

Toda la música que se tocó en el concierto, desde la música ambiental hasta la ejecución de Frágil y de los propios Stones, generan derechos de autor por comunicación pública, monto que editores y autores reciben, estos últimos a través de sus sociedades, y que estas a su vez reciben de Apdayc, la sociedad de gestión de derechos de autor en el Perú.  Es decir, Kandavu debe de pagarle a Apdayc por los derechos de autor, otorgándole una planilla con la relación de los temas interpretados a lo largo de toda la noche.  Apdayc luego realizará el reparto correspondiente entre los editores o sociedades según esa planilla, y las sociedades se la hacen llegar a los autores.  Es así que los mismos Jagger y Richards, compositores de la mayoría de los temas, y la editora (que creo que es Emi Music Publishing), recibirán lo que la interpretación de sus obras generó en el concierto en Lima.  Todo muy bien, y así debe ser.  La tarifa es un porcentaje de la taquilla, lo cual, como podrán imaginarse, tratándose de uno de los conciertos con mayor asistencia y recaudación del año pasado, no es poco:  S/ 1’082,133.46 según Apdayc.

Lo mismo debe suceder con los compositores de las canciones interpretadas por Frágil.  Sin embargo, según fuentes consultadas directamente involucradas, resulta que otra “condicionante” para presentarse como teloneros fue que los autores cedan sus derechos a favor de Kandavu. Ahora bien, esas canciones están inscritas en Apdayc, y según contrato, los autores no pueden renunciar a la totalidad de sus regalías, sino sólo hasta un 50%.  El otro 50% debe ser cobrado por Apdayc y enviado a sus titulares. 

Pero parece que la empresa productora fue más allá, haciéndoles firmar a los autores de las canciones interpretadas por Frágil, una carta poder a favor de Kandavu, para que fuere esta la que cobre en su nombre, de tal modo que, ¡El 100% de los derechos recaudados perteneciente a los autores, fueron a parar, aparentemente, a manos de Kandavu!  Parece que hubo un autor que no firmó esa cesión por vivir en Miami, Santino, por lo que Apdayc envió, o deberá enviar, el monto perteneciente a ese autor. Entiendo extra-oficialmente por fuentes de la sociedad de gestión, que no era poco lo que le tocaba a cada autor… ¡Cerca de S/. 40,000!

Pretender no pagarle al telonero so-pretexto de -imagino- promoción y prestigio (no soy partidario de eso, y a mi modesto entender, Frágil no necesita promoción y prestigio tiene hasta para regalar), bueno, ya, dejémoslo ahí; pero de allí a seguir condicionando la presentación al endoso de las regalías generadas por la comunicación pública de las obras, eso ya no.

Creo que así como un empresario paga el alquiler del estadio, el equipo de sonido y luces, personal de seguridad y muchos otros costos, lo mismo debe suceder con los derechos de autor.  Deben formar parte de los costos de la producción.  Se podrá tal vez tratar de negociar el monto para minimizar el impacto en los costos como con cualquier proveedor, de acuerdo, pero de ahí a apropiarse de unos derechos que no le corresponden hay mucha diferencia. 

Ciertamente los autores aceptaron, no hay duda de ello, pero considero falta de ética y valores el hecho de sacar provecho valiéndose de una posición de clara ventaja, poder y dominio, en desmedro de autores y compositores (me pregunto qué hubiera pasado si los autores de las canciones que interpretaron no fueran los propios miembros de la banda, ¿no hubieran contratado a Frágil?)

Negocios son negocios, es cierto, pero la ética y la moral elementales no deben anteponerse; hay cosas que van más allá de los números, y, aunque la industria musical no deja de ser un negocio, hay valores y principios que jamás deben perderse.  

Marzo 2017

lunes, 20 de febrero de 2017

¿ES NECESARIO SONAR EN LA RADIO PARA TENER ÉXITO?


Mi amigo Willi Jimenez de Rock Achorao’ tituló así hace poco un post en Facebook compartiendo un artículo que me hizo acordar una canción del grupo colombiano liderado por Jorge Villamizar, Bacilos, que coreaba “…yo sólo quiero pegar en la radio, para ganar mi primer millón…”, una pegajosa canción que caricaturizaba el sentimiento y objetivo de cualquier artista emergente -con mayor o menor exactitud- pero que reflejaba el fin primordial de todos ellos de manera directa: sonar en la radio

Hoy en día muchos músicos de rock y pop, si no la mayoría, se quejan sobre la falta de “apoyo” (aghhh… odio esa palabreja) de los medios de comunicación tradicionales hacia sus producciones.  Las cosas han llegado a tal punto que hasta se ha tratado de hacer proyectos de ley para tener una cuota de música nacional en los medios de comunicación (en lo cual yo estoy 100% de acuerdo siempre y cuando se haga de manera estructurada, como lo escribí en este post).  Mucha gente se cuestiona si para “triunfar” en la música, ante la existencia del streaming, es necesaria aún la radio, y mi pensamiento es -al menos en el Perú, y relacionando la palabra “triunfo” con “popularidad”- que sí, definitivamente (y lamentablemente, para algunos).

La radio convencional sigue siendo la manera en que el 89% de peruanos consume música (GFK, diciembre 2015), así que quitémonos la careta, y por más que no lo queramos ver, sonar en radio le garantiza a un artista la popularidad que puede convertir en ingresos.  Al Streaming le falta aún mucho camino para cuajar en nuestro país (1), no obstante, por más que sólo un 9% use el Streaming para consumir música, vale la pena echarle una mirada…

Hablemos específicamente de rock y pop, y para no entrar en disquisiciones, tratemos de generalizar el tema.  Es claro que las radios no pasan música local, y si lo hacen, son temas de no menos de diez años de antigüedad.  Se dice que es lo que el público quiere escuchar, que no existe música actual con estándares altos, que se han hecho experimentos y han fracasado, y muchas otras razones.  No voy a profundizar en ello pero sí echar una mirada a lo que ese 9% de la población escucha en Streaming, y vamos a Spotify por ser la plataforma más popular en el país.

En la lista “El Top 50 de Perú” (revisado el 17/02/2017), que no es más que un ranking de las canciones más sonadas en todo el país, no hay artistas locales, todos son artistas internacionales; mucho reggaetón (o “latin urban”, como se les ha dado por decir a algunos modernitos), mucho latin pop, algo de pop, salpicado de putirock y prostipop (😊)…  Desde Maluma hasta Ed Sheeran, pasando por Shakira, Ricky Martin, Calvin Harris, Bruno Mars, Katie Perry, o Wisin.  Ni un solo artista local.  En esta lista (que creo que es semanal), se pueden ver la cantidad de reproducciones, por lo que uno puede hacer los seguimientos respectivos.



Razones de la ausencia de música local pueden existir varias, y una de ellas puede ser que los artistas locales no pueden competir con los internacionales por el aparato comercial y de mercadeo que tienen detrás (y tal vez no le falte razón).  Felizmente Spotify nos trae una herramienta en la cual se eliminan los artistas “crossover”, es decir, los que son comunes a todos los mercados, y elabora una lista de aquellos artistas que sólo suenan en un mercado específico (país o ciudad), lo que le llaman música distintiva: música tocada "desproporcionalmente relativa" a otros países, por lo que se traduce en una lista de artistas locales casi en su totalidad.  El resultado es un muy interesante ranking que vale la pena analizar.

¿Qué llama la atención? Los personajillos de la farándula y chicos reality la rompen (Mario Hart, Leslie Shaw, Korina Rivadeneyra, etc.); la salsa y lo tropical tiene mucha presencia (Zaperoko, Son Tentación, Los 4, Charanga Habanera, etc.), la cumbia y variantes tiene sus fuertes representantes (Armonía 10, Corazón Serrano, Clavito y su Chela, Deivis Orozco, Papillón, etc.), y que la bachata está fuertísima (sorprende la española Vicky Corbacho). El rock y pop también existe, pero -oh casualidad- con canciones muy antiguas: Los Patos y las Patas, Un Vino Una Cerveza, Carreteras Mojadas, Degeneración Actual, Un Día Sin Sexo, Suna, etc.   Todo viejo, nada actual, igual que nuestro dial.



No hace falta ser un mago para darse cuenta que, de lo que se escucha en Streaming, lo que tienen en común no sólo el rock/pop, sino todas las canciones de todos los géneros, es que son -en su gran mayoría- composiciones para divertirse, para bailar, alegres; "up-lifting", como dirían los gringos.

Ahí están los nosequienes, ahí están los ríos, ahí están los libidos, los mardecopas y los amenes; ahí siguen estando los que hacen música con mayor o menor nivel de complejidad, pero simple, divertida, bacilona, pilas, o hasta tonera.  Parece que la mayoría de peruanos no queremos escuchar música que nos angustie y deprima, nada de denuncias sociales, dudas existenciales, hipster filosofando, indie-folk de nicho, rabiosos rockeritos o alquimistas rítmicos…

No hago un juicio de valor, pero, a la luz de esto, veo que el rock y pop actual está totalmente divorciado del gusto popular...  Como para pensarlo ¿no?

Creo que Jorge Villamizar, ya como solista, sigue teniendo razón con eso de “…y todo lo que quieres es bailar…”


Febrero 2017 


(1) En el Spotify Insights, en Perú figuran sólo dos ciudades con data relevante de Streaming (Lima y Arequipa), mientras que en países vecinos hay tres o más, lo que denota una brecha digital aún muy grande.

jueves, 12 de enero de 2017

VIDEO: TU MÚSICA EN REDES SOCIALES

¿Eres artista o tienes una banda?


Para variar un poco, esta entrada viene a través de un pequeño video con apenas poco más de dos minutos, pero con información importante recogida de expertos sobre cómo gestionar de la mejor manera su música en redes sociales, especialmente para cantantes, artistas y/o bandas de cualquier género. 

Pocos segundos pero un profundo contenido que les ayudará a asegurarse que no están “spameando” (o aburriendo) a sus fans, con el fin de hacer llegar su información de manera más efectiva.  Espero lo encuentren de utilidad.









Enero 2017

lunes, 2 de enero de 2017

INFOGRAFÍA: LOS CONCIERTOS DEL 2016

Un repaso del año que se fue




Se fue el 2016 y ya se confirmaron algunos conciertos en el 2017.  Para empezar el año de manera ligera y entretenida, publicamos una infografía con los 10 primeros conciertos y festivales que se llevaron a cabo en el año que se fue, y algunas pequeñas conclusiones tomadas de la información de los 45 conciertos más importantes.

Para bajar la infografía en alta resolución, pueden hacer click acá.

Esperamos que este 2017 nos depare a todos el crecimiento necesario y bienestar que pueda llevarnos al desarrollo de la industria musical que todos queremos.

Hasta la próxima.


Enero 2017