martes, 10 de octubre de 2017

CUANDO LA CORRUPCIÓN SOMETE A PARTE DE LA INDUSTRIA MUSICAL


Imagínate que un día, no importa si para bien o para mal, escogiste contra viento y marea dedicarte a los negocios musicales, segmento ya de por sí difícil en el Perú.  Eliges la producción de conciertos como tu core, llevando a cabo conciertos de las mejores bandas nacionales, y peor aún, tu escenario son provincias, en donde la infraestructura en algunos casos escasea y tienes que montarlas desde cero.  Tus costos de producción se elevan, sin duda, pero tú quieres ofrecer un espectáculo de calidad; estás dispuesto a ponerle no sólo todas las ganas, sino también invertir todos tus ahorros en una actividad altamente volátil e incierta.

Pero tú eres ambicioso; eso no te amilana y estás decidido a proveer a tu público los mejores artistas que puedas y la mejor organización que seas capaz de realizar.  Haces tu primer concierto y los resultados son halagadores.  Poco a poco -con altas y bajas, éxitos y fracasos, pero sobre todo, acumulando experiencias- comienzas a ganar terreno y prestigio como organizador de conciertos, o mejor dicho, festivales, porque luego de algunos años, ya no con conciertos pequeños, sino más bien festivales con muchas bandas, las más conocidas y las no tanto.  Ahí están Mar de Copas, Frágil, Raul Romero, Amén, Líbido, La Sarita, Leslie Shaw, Miki Gonzalez, Laguna Pai, We the Lion, Daniel F, Cero Balas, Gaia, Buraco, La Mente, Uchpa, Cuchillazo, Viralatas, Bareto, Trémolo, La Liga del Sueño, Pepe Alva, Kanaku y el Tigre,  y teniendo a Cusco, Arequipa o Huancayo como escenarios.

Es más, en algunos de esos festivales te animas a traer una banda internacional, pero no; lo tuyo tiene sabor nacional, quieres que tu público disfrute de su música, y te das el lujo de incluir artistas locales, propios de la ciudad en donde estás presentando tu festival, que -muy a tu estilo- le pones como título una arenga genérica y patriótica, que sirve para identificar lo que puede convertirse en una gira nacional, y qué mejor, una marca.

Comienzas a captar la atención de auspiciadores, grandes marcas; ya estás entrando a ligas mayores.  Tu negocio se amplía, pues no solo ves en la venta de entradas un ingreso, sino en la venta de la cerveza tal vez el mayor potencial, lo que obliga a diversificar tu cartera y modernizar tu marketing, ofreciendo ofertas de oportunidad (descuentos), campañas de conveniencia (dos x uno), de imagen (descuentos por donaciones) o multiplicar el servicio (after party’s).

Pero no todo es color de rosa.  Has tenido que pelear con la informalidad, has tenido que luchar contra la burocracia, y le has puesto el pecho a las dificultades  Tanto que el negocio ya tiene interiorizado que dentro de tu plan de acción existen estrategias de mitigación para enfrentar esos problemas que ponen en riesgo la operación.  Pero hay cosas para las que no estás preparado…

Vas a hacer tu festival en la ciudad imperial, pero la fecha la tuviste que posponer porque pecaste de ingenuo -o tal vez de exceso de confianza- al pensar que el local elegido contaba con el permiso de funcionamiento de Indeci, para luego darte con la sorpresa que sólo estaba “en trámite”. Gran dolor de cabeza (y de bolsillo) porque ya montaste todo para que Indeci verifique, y que al final te dice “no”, pues no puede emitir una licencia para un evento en un local que aún no tiene licencia de funcionamiento.  Cometiste un error que tu experiencia debió haberte enseñado, pero al mejor cazador se le va la paloma… una sola vez.  Se podrían desprender a partir de aquí innumerables irregularidades, pero si lo hago no terminaría nunca, así que continuemos.




Decidido a sacar adelante tu festival, se te presenta la virgen, y aparece la oportunidad de realizarlo en un local de una municipalidad a cuyo alcalde le interesa no solo por la imagen y el movimiento, sino también por el tema de las donaciones.  Entonces vuelves a armar toda tu logística, haces tu promoción, gastas dinero extra en los problemas logísticos que el aplazamiento te generó, pero ahí vas, sobreponiéndote a las dificultades porque estás comprometido con tu gente y contigo mismo.

Pero entonces te cae la bomba… Ese mismo alcalde con quien firmaste una carta convenio en donde te cedía el local para tu festival, ese mismo que te puso en contacto con su Gerente de Desarrollo Económico, ese mismo que te recomendó con el administrador del local para el montaje de toda la infraestructura, esa misma autoridad que sabiendo que tienes que tener todo montado para que Indeci de la autorización del evento, te pide que para poder continuar con el espectáculo, debes “pagarle el 100% de la taquilla que se recaude en boletería, y el poder negociar con el auspiciador de bebidas (cerveza) para que también sea parte de su beneficio(1).Es decir, te está pidiendo el 100% de la taquilla como "coima", y vender él (o el municipio) la cerveza, cuando a falta de pocas horas de que comience el evento (porque sabes que Indeci debe inspeccionarte con tan poca anticipación) tú ya tienes todo montado.


Eso se llama abuso, eso se llama engaño, eso se llama corrupción, eso se llama chantaje, eso se llama extorsión. Te das cuenta que esa autoridad está sacando ventaja desde una posición de poder sabiendo y calculando que tú como empresario estás entre la espada y la pared, y en una situación absolutamente vulnerable.  Te das cuenta que los delincuentes de la peor calaña son expertos en eso.

Lamentablemente, lo escrito hasta antes de la bomba es en parte ficción y romanticismo puro, es casi un invento mío. Pero lamentablemente también, lo que han leído hasta después de la bomba, parece ser verdad, según lo denuncia Walter Alarcón, empresario artístico responsable del festival Viva Perú, que desde hace unos años se realiza en diferentes ciudades del Perú, y que fue víctima -según lo describe en su propia fan-page – de un chantaje del alcalde del alcalde de la Municipalidad de Santiago, en Cusco, Ing. Franklin Sotomayor Apaza.

No conozco personalmente a Walter Alarcón; sólo he tenido contacto con él a través de una llamada telefónica.  Afirma y escribe tener todo grabado, pero que no lo quiere sacar a la luz al menos hasta que termine el festival, que finalmente se pudo hacer en un complejo del IPD en Cusco el domingo último. 

Walter Alarcón está cansado; Walter Alarcón está desilusionado; el empresario ya quiere tirar la toalla, ya no quiere seguir en este negocio, ya no quiere dedicarse a esto, por lo menos en el próximo año, pues piensa que no es justo que tantos años de esfuerzo y de brega por sus ideales (comerciales o no, es lo de menos) y todo el trabajo de una empresa que quiere hacer negocios y ganar dinero en buena lid, esté en manos de personas como aquel alcalde.

A quienes empiezan recién su carrera profesional, que entre los que leen este humilde blog, son muchos, se van a encontrar con este tipo de lamentables situaciones a diario. Sepan que van a tener que luchar con ella.  Sepan que esto sucede en todos los géneros, en algunos más en algunos menos, pero ojalá sean conscientes que siempre pueden decir no, y denunciarlos.

Sería una lástima que Walter Alarcón se deje vencer por la corrupción. Sería una lástima que un sector tan altamente productivo de las industrias culturales siga viviendo de espaldas a las normas y se abra paso en medio de la informalidad, a merced de la pobredumbre, mediocridad y felonía.

Octubre 2017

(1) Palabras textuales extraídas del comunicado de Viva Perú, publicado en su fan-page el 30 de setiembre, puede verse aquí