jueves, 23 de noviembre de 2023

LA TRANSFORMACIÓN DE BMI: ¿RENOVACIÓN CREATIVA O FUTURO COMPRADO?

 

Fuente imagen: MusicAlly













En el mundo de la música, la reciente transición de BMI de una sociedad sin fines de lucro a una empresa con propósitos lucrativos está resonado como un giro de 180° en la filosofía misma de las sociedades de gestión colectiva.  Como toda revolución, estos procesos traen ganadores y perdedores.  Esta vuelta de timón ha generado no solo una reconfiguración en la propia estructura de BMI, sino también una legítima lista de inquietudes y dudas por parte de uno de los más importantes stakeholders de BMI: los compositores.


Para entender bien el impacto de esta jugada, es necesario poner en contexto las cosas.  BMI (Broadcast Music, Inc.) fue fundada en 1939 por un grupo visionario de compositores y editores que buscaban un enfoque diferente para la gestión de derechos de autor. Entre los fundadores se encontraban personalidades destacadas líderes de la industria, que tuvieron la visión de crear una entidad que representara y protegiera los intereses de compositores y editores de una manera más directa y eficiente que la existente hasta entonces.  BMI adoptó para la época un enfoque progresista al reconocer y representar una amplia gama de géneros musicales, incluidos estilos que en ese momento eran menospreciados por otras sociedades de gestión colectiva (SGC). Este enfoque inclusivo le valió a BMI una reputación única y sólida en la industria musical.

A lo largo de los años, BMI mantuvo una estructura única en comparación con otras SGC, pues, a diferencia de algunas de sus contrapartes, que también operaban como organizaciones sin fines de lucro, BMI mantuvo siempre una posición de propiedad y operación privada.  En términos de propiedad, los dueños de BMI son sus miembros: compositores, letristas y editores de música. Este modelo de propiedad colectiva reflejó siempre el compromiso de BMI con sus afiliados y su misión de asegurar que los creadores obtengan una compensación justa por el uso de sus obras.

La esencia del funcionamiento de BMI radica en la recaudo y distribución de regalías por el uso de la música de sus afiliados. Tradicionalmente, BMI ha desempeñado un papel crucial en garantizar que sus miembros reciban una compensación adecuada cada vez que sus obras se reproducen públicamente, ya sea en la radio, televisión, conciertos en vivo o plataformas digitales, y que constituye un proceso fundamental para el bienestar financiero de compositores y editores al permitirles ganarse la vida con su creatividad.

Por ello, la conversión de un modelo de propiedad colectiva a una empresa con fines de lucro plantea legítimas interrogantes sobre cómo este proceso podría evolucionar, y si las regalías -y no las utilidades- seguirán siendo el motor financiero esencial para los creadores afiliados a BMI.  Sin embargo, es necesario entender los motivos detrás de esta transformación.

Según Mike O'Neill, el CEO de BMI, la decisión de adoptar un enfoque más comercial no es caprichosa; responde a la necesidad de adaptarse a un entorno musical en constante evolución. La proliferación y auge de plataformas de streaming, dice O’Neil, ha obligado a BMI a replantear su modelo de negocio para garantizar una compensación justa en este entorno musical altamente fragmentado.  Nos dimos cuenta de que necesitábamos hacer ciertos cambios en la organización para ser aún más competitivos en el futuro.  El viejo modelo nos asfixiaba en términos de invertir en BMI e invertir para el futuro, y que no podíamos crecer realmente... al cambiar el modelo, podemos obtener financiamiento, podemos reinvertir en empresas, podemos beneficiarnos de esas empresas e invertirlas en beneficio de BMI”, declaró O’Neill a la Revista Variety el año pasado, al abandonar la idea de vender BMI y concentrarse en el cambio de rumbo hacia una empresa con fines de lucro.

No obstante, estas sorprendentes declaraciones prendieron las alarmas de los compositores y gremios miembros de BMI, que se cristalizaron en una carta abierta dirigida a O’Neill, en donde dieron vida a sus dudas, miedos y preocupaciones, al plantear más de una veintena de preguntas cruciales en torno a cómo la búsqueda de beneficios podría afectar la equidad en la distribución de regalías. Partiendo del principio de que “BMI no es propietaria de los derechos de autor ni de otros activos; es una entidad de concesión de licencias de derechos de autor propiedad de compositores y, por extensión, editores, por lo que los compositores tenemos derecho a entender estas decisiones y cómo nos afectan” según se lee en la carta, plantean preguntas tan elementales como:

  • Si BMI vende, ¿recibirán los compositores parte de los ingresos de la venta?
  • Si BMI vende, ¿recibirán las emisoras de la Junta Directiva de BMI los ingresos de la venta? (muchos broadcasters forman parte del directorio)
  • Si es así, ¿por qué deberían los organismos de radiodifusión ser los mayores beneficiarios de la venta de una empresa cuyo único activo son las canciones que pertenecen a los compositores?
  • Las empresas de capital privado tienen objetivos agresivos de retorno de la inversión. Dado que BMI tendría fines de lucro, los propietarios de capital privado exigirán mayores ganancias para cumplir con sus expectativas. ¿Cómo pueden los compositores estar seguros de que los propietarios de capital privado de BMI no generarán más ganancias para sí mismos a expensas de los compositores?

Los compositores, en su carta, solicitan garantías de que el compromiso tradicional e histórico de BMI con la justa compensación para los creadores, no se verá comprometido en aras de las ganancias comerciales, ya que ante tal cambio se corre el riesgo de que prevalezcan los intereses comerciales sobre la misión original de proteger y promover los derechos de autor de los creadores musicales, más aún cuando ya se sabe que la firma de inversión New Mountain Capital “liderará un grupo de accionistas” para adquirir BMI, dentro de los cuales también figura  Capital G, un fondo de inversión de crecimiento perteneciente a la matriz de Google, Alphabet, aunque declaran que cumplirá un rol de inversionista pasivo.

Ahora bien, este trance -por cierto- no es nada fácil; según las leyes estadounidenses, una SGC sin fines de lucro puede transformarse en una entidad con fines de lucro bajo condiciones específicas, como la aprobación de la mayoría de los miembros y la conformidad con las leyes.  Aparte, la entidad debe demostrar que esa conversión es en interés de sus miembros y no entra en conflicto con los objetivos originales de la organización, con lo cual la transparencia y las comunicaciones de BMI son cruciales para lograr ese cambio, cosa que hasta el momento creo que no logran pues las respuestas de su CEO a esas inquietudes no llegan a ser del todo específicas, sino más bien generales, acrecentando los temores.  Este marco legal, si bien les facilita a las entidades la posibilidad para evolucionar en respuesta a cambios musicales y tecnológicos, también plantea preguntas sobre cómo equilibrar la búsqueda de beneficios con la salvaguarda de los principios fundamentales de una SGC, marcando un desvío muy significativo en la filosofía tradicional de las SGC.

Es más, esta ventana está haciendo aprovechada por su más directo competidor, ASCAP, que últimamente ha lanzado frases en sus redes sociales criticando apenas veladamente a BMI con posts como "Los creadores primero. Sin ánimo de lucro. No está a la venta", o "El capital privado nunca escribió una icónica canción de amor"; y otro más por si no quedó claro: "Pagamos a los compositores, no a los accionistas".  Cada una de estas publicaciones vienen acompañadas con mensajes de estímulo para que los compositores se unan o se cambien a ASCAP…

Hay dudas sobre si este cambio puede ser replicable en escala global o si es un fenómeno único impulsado por las condiciones particulares del mercado y la legislación en los Estados Unidos. Recordemos que cada país tiene su propio marco legal y regulador para las SGC; en el Perú, por ejemplo, el D.L. 822, en su Artículo 149°, inciso a, indica que para que la Oficina de Derechos de Autor otorgue la autorización de funcionamiento a una SGC, debe ser constituida bajo la forma de asociación civil sin fin de lucro, con lo cual, en el caso peruano, le pone un candado a cualquier tipo de pretensión para cambiar de rumbo.  Además, las leyes de derecho de autor tienen la característica de transitar entre el Derecho de Autor proveniente del Derecho Continental, y el Copyright proveniente del Derecho Anglosajón, por lo que no hay motivo para creer que pueda ser escalable a nivel global en territorios que se rigen bajo el Derecho Continental, pero que sí traerá consecuencias muy grandes -en términos monetarios- en los mercados anglosajones, precisamente, parte de los mercados musicales más importantes del mundo.

El destino de BMI y otras organizaciones similares a nivel mundial se encuentra en un momento crítico, donde la comunión entre los objetivos comerciales y la salvaguarda de los derechos de autor influirá en el color de una próxima etapa en la gestión colectiva de derechos de autor. En estos tiempos de cambio constante, el reto está en tratar de alcanzar el balance apropiado que permita preservar la esencia fundamental de las creaciones musicales.

Noviembre 2023


jueves, 2 de noviembre de 2023

LAS REDES SOCIALES EN TIEMPOS DE JUICIOS PRECIPITADOS: EL CASO MIBANCO Y LA POLÉMICA CON LA IA


 

Permítaseme la licencia de salir un poco de los temas usuales, y abordar otro.  Una reciente campaña de Mibanco ha suscitado en el Perú una considerable controversia en los últimos días, al combinar elementos de Inteligencia Artificial con publicidad, y al recurrir a las voces e imágenes de dos figuras que residen en el imaginario colectivo de los peruanos mayores de 35 años.  La polémica que ha surgido en torno a esta campaña refleja una preocupante tendencia hacia el cortoplacismo y la inmediatez en el ámbito social, provocando respuestas viscerales sin antes informarse.  Independientemente de la efectividad o falta de ella de la campaña en sí, las redes sociales se inundaron de opiniones que llaman la atención por su virulencia y su desconexión con el contexto. 

Si bien cada individuo tiene el derecho de expresar sus opiniones, es necesario destacar que muchas de las afirmaciones realizadas ("falta de respeto", "mal gusto", "falta de ética" o "mensaje polémico") son meramente percepciones personales -aunque no compartidas por todos- su derecho a ser expresadas no está en discusión, por supuesto, pero no necesariamente deben de respetadas.  Como dijo hace poco el filósofo José Antonio Marina, “lo que es respetable, es el derecho a exponer su opinión sin que haya una inquisición.  La respetabilidad de las opiniones depende del contenido de las opiniones; puede haber opiniones estúpidas, opiniones blasfemas, opiniones injustas, opiniones racistas… ‘respete Ud. mi opinión’, no, no… la respeto, o no la respeto, depende de cómo sea su opinión”.

Resulta preocupante entonces las acusaciones infundadas de que personas y empresas están infringiendo las leyes, acompañadas de un insensato llamado a "regular la IA", una propuesta que se revela tanto absurda como innecesaria.

La campaña en cuestión recurre a la Inteligencia Artificial para "resucitar" a Humberto Martínez Morosini y Arturo Pomar, dos periodistas icónicos estrechamente vinculados a la presentación de noticias, con el fin de transmitir un mensaje preventivo sobre las consecuencias del Fenómeno del Niño.  Esta técnica implica la utilización de imágenes de archivo y el entrenamiento de herramientas de IA para que ambos personajes parezcan narrar una noticia ficticia patrocinada por Mibanco.

Desde una perspectiva muy amplia y, en particular, desde el punto de vista del derecho a la intimidad, se debe destacar que el artículo 2, inciso 7 de la Constitución del Perú establece que "Toda persona tiene derecho al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar, así como a la voz y a la imagen propias".  A pesar de su carácter general, el Código Civil aborda y regula de manera específica este derecho en su artículo 15:

“Artículo 15.- Protección del derecho a la imagen y voz.  La imagen y la voz de una persona no pueden ser aprovechadas sin autorización expresa de ella o, si ha muerto, sin el asentimiento de su cónyuge, descendientes, ascendientes o hermanos, excluyentemente y en este orden.  Dicho asentimiento no es necesario cuando la utilización de la imagen y la voz se justifique por la notoriedad de la persona, por el cargo que desempeñe, por hechos de importancia o interés público o por motivos de índole científica, didáctica o cultural y siempre que se relacione con hechos o ceremonias de interés general que se celebren en público.  No rigen estas excepciones cuando la utilización de la imagen o la voz atente contra el honor, el decoro o la reputación de la persona a quien corresponden”.

En otras palabras, la utilización de la imagen y la voz de otra persona sin su consentimiento es contraria a la ley.  Sin embargo, es crucial destacar que muchas de las críticas infundadas que se han planteado en las redes sociales no parecen tener en cuenta no solo la legalidad de la campaña, sino también los detalles de la misma, incluida la obtención de la debida autorización por parte de los familiares de los dos periodistas fallecidos.

En este contexto, es relevante señalar que la regulación de la Inteligencia Artificial ya existe en Perú. En lugar de centrarse en la tecnología en sí, esta regulación promueve el uso racional y ético de la IA. La cuestión de cómo se utiliza la IA es un tema separado que debe ser abordado en otros ámbitos.  Tal como declaró el buen abogado en tecnología Erick Iriarte en una entrevista para el diario “El Comercio”:

Hay todo un grupo de personas que lo que quisieran es que cada tecnología tuviera un código civil y un código penal, lo cual es ilógico, lo que regula el derecho son conductas, no tecnologías. Cuando salió el teléfono nadie inventó un código civil o penal para su utilización. El uso de la IA en muchos de los casos ya está regulado

La avalancha de acusaciones infundadas llevó a que Mibanco retirara inicialmente el video de la campaña, aunque posteriormente fue reanudada su difusión junto con un comunicado respecto a la seriedad y respeto con que se lleva a cabo el mensaje, además de poner énfasis en haber cumplido con todos los requisitos legales, obteniendo todas las autorizaciones necesarias de los familiares de los periodistas, lo cual me consta. Sin embargo, más allá de la legalidad de la campaña, es alarmante cómo la sociedad, a través del escudo de las redes sociales, tiende a ocultar la mediocridad disfrazada de erudición, a criticar sin comprender las razones de su descontento, a ensalzar a individuos sin mérito o a condenar a quienes no merecen tal juicio.

Ciertamente, nadie está obligado a tener conocimiento sobre todos los temas, pero es razonable esperar un mínimo de sentido común antes de emitir opiniones. Si alguien carece de información, debería buscarla antes de expresarse. El daño que puede causarse a través de juicios sin fundamento es significativo y debe ser evitado.

Umberto Eco, gran filósofo y escritor italiano, fustigó allá por el 2015 a las redes sociales y a la sociedad misma, con crudeza y brillantez en unas declaraciones en el diario La Stampa:

“Las redes sociales dan derecho a hablar con legiones de imbéciles que solían hablar solo en el bar después de una copa de vino, sin dañar a la comunidad. Fueron silenciados de inmediato, mientras que ahora tienen el mismo derecho a hablar que un ganador del Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”.

Noviembre 2023

lunes, 2 de octubre de 2023

EL USO DE LA IA EN LA MÚSICA PARA PUBLICIDAD

 


La IA ha demostrado ser capaz de generar música de muy alta calidad de manera eficiente y personalizada, no sin estar envuelta en polémicas y noticias. Recientemente hemos visto cómo Ghostwriter, el creador de la canción “Heart on my sleeve” emulando a Drake y The Weeknd, quiso postular a los premios Grammy, generando gran controversia (y por supuesto, la negación a su elegibilidad), o como las majors están comenzando a negociar con plataformas de IA el uso de voz y deepfakes de sus artistas.  Peor aún, una lista de 17 escritores -entre los que figuran George R.R. Martin (Game of thrones) y John Grisham (The firm)- han demandado a OpenAI, los desarrolladores de ChatGPT, por “robo sistemático a  escala masiva”, alegando que los algoritmos de estos sistemas son “entrenados” con obras protegidas, sin autorización, para desarrollar inteligencia artificial generativa, algo que también se aplica en la música…. No cabe duda de que esta tecnología está generando enormes desafíos a la industria musical y creativa en general, lo cual hemos explorado apenas ligeramente en esta entrada.

No es de extrañar entonces que su uso dentro de la industria publicitaria, donde la música desempeña un papel crucial para crear conexiones emocionales con el público objetivo, sea uno de los primeros campos de aplicación.  Tanto agencias de publicidad como anunciantes recurren cada vez más a la IA para producir música original que se adapte perfectamente a sus campañas.  Sin embargo, a pesar de las ventajas que ofrece esta tecnología en la creación musical, también plantea riesgos significativos en lo que respecta a los derechos de autor, pudiendo transitar por los confusos límites de lo que separa lo legal de lo ilegal. 

El resultado de una creación realizada por IA puede llevar a que sea muy difícil determinar quién es el autor real de una composición, por lo que es un caldo de cultivo para la generación de disputas legales y dificultades al no tener claros los datos para los créditos adecuados a los compositores humanos involucrados en el proceso.

Como sabemos y lo adelanto en el primer párrafo, la IA crea música mediante algoritmos y datos de entrenamiento, entendiendo esto último como data extraída de obras previamente lanzadas al mercado, por lo general, protegidas por las leyes del derecho de autor.  Si bien está diseñada para ser creativa y original, la IA al estar influenciada por obras musicales existentes, puede generar música que inadvertidamente infrinja derechos de autor, como una suerte de "criptomnesia (*) cibernética".  Por ello, todos los involucrados en el proceso deben ser conscientes del riesgo que se corre con el uso de música generada por IA, si es que involucra obras que estén protegidas por derechos de autor.  Esas prácticas por lo general terminan en reclamos y demandas hacia ellos, es decir,  anunciantes, agencias publicitarias y casas de audio, como responsables solidarios, en caso haya intervenido en el proceso.

Incluso, saliéndonos un poco de lo musical y adentrándonos más en recursos publicitarios, recordemos, además, que la IA es capaz no sólo de crear música, sino también usar imagen y voz sin la participación humana, elementos no obstante que están protegidos por el artículo 2, inciso 7 de la Constitución Política del Perú,("Toda persona tiene derecho: ...Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así como a la voz y a la imagen propias.") y recogida en el artículo 15 del Código Civil, en donde dice claramente:

La imagen y la voz de una persona no pueden ser aprovechadas sin autorización expresa de ella o, si ha muerto, sin el asentimiento de su cónyuge, descendientes, ascendientes o hermanos, excluyentemente y en este orden”.

Si bien este artículo del Código Civil tiene algunas pocas excepciones, debe ser grande la tentación en publicidad para usar la imagen de alguien con cierto nivel de notoriedad, o peor aún, la locución con la voz al estilo de algún locutor en particular.

Para mitigar estos riesgos, es esencial abordar la cuestión de la autoría y los derechos de autor en la música generada por IA con el suficiente grado de responsabilidad y ética, dentro de los cuales está la obligación de ser transparentes -tanto clientes como agencias- sobre el uso de esta tecnología en el proceso de creación musical, y asegurarse de que todas las licencias y permisos necesarios estén en orden. 

Igualmente, por la facilidad que brinda la IA para que cualquier persona sin conocimientos de música se sienta capaz de crear piezas originales, no es menos importante involucrar a compositores y profesionales humanos para supervisar y dirigir este proceso de creación para garantizar la originalidad y la calidad.  Y aquí tal vez radique el mayor riesgo de hacer música con IA sin ser un conocedor, sin dominar la disciplina musical, pues convengamos que la IA al ser entrenada con algoritmos basados en música protegida por derechos, en las manos de una persona inexperta puede resultar en un arma muy peligrosa.  Por eso -insisto- es absolutamente imprescindible involucrar, o mejor aún, dejar este proceso a cargo de músicos profesionales.  Después de todo, la IA debe ser sólo una herramienta, y no una protagonista misma de la creación.  

La IA está cambiando la forma en que se crea y utiliza la música en el ámbito publicitario, sin embargo, los riesgos en torno a los derechos de autor plantean desafíos legales y éticos que deben abordarse con seriedad. La transparencia, la regulación adecuada (tarea pendiente) y la colaboración entre humanos y máquinas son clave para garantizar que la creación musical por IA beneficie a todos los involucrados en la industria publicitaria, sin perjudicar los derechos de los creadores y la misma creatividad musical.

Octubre 2023

(*) El término fue acuñado por el psicólogo Theodore Flournoy, y de acuerdo con el Diario Británico de Psiquiatría, criptomnesia significa la existencia de recuerdos ocultos en la conciencia, es decir, que la persona no sabe que los tiene ni recuerda de donde los obtuvo o se generaron.

viernes, 15 de septiembre de 2023

MÚSICA, STREAMING Y SOCIEDAD: PREGUNTAS INCÓMODAS

 


Muy recientemente el anuncio del modelo centrado en el artista entre Universal Music y Deezer ha dado mucho que hablar, respecto a si realmente contribuye a una repartición más justa para los artistas por parte del streaming.  Mark Mulligan de MediaResearch escribió un interesantísimo artículo esbozando algunas críticas y explorando algunas soluciones, y en el cual toca un tema en particular que me hace reflexionar sobre la forma en que consumimos música en la era digital actual, en cómo ha experimentado una transformación radical gracias a la aparición del streaming-on-demmand: ¿Estamos realmente preparados como sociedad para elegir lo que queremos escuchar, o deberíamos querer escuchar lo que se nos ofrece?  Incomodísima pregunta, pero antes de responder, los invito a leer esta entrada.

Siguiendo lo señalado en dicho artículo, históricamente, las decisiones sobre qué música escuchábamos y consumíamos estaban en manos de programadores de radio, gerentes de tiendas de discos y ejecutivos de la industria del entretenimiento. Estas personas asumían la responsabilidad de seleccionar cuidadosamente los contenidos que creían que atraerían al público.   No obstante, ahora el streaming persigue las necesidades de los consumidores, siguiendo los datos de comportamiento, en marcado contraste con la época anterior; cita de Mulligan, “en aquellos días, el público quería lo que el público obtiene, ahora el público obtiene lo que el público quiere”.

La premisa entonces detrás de las plataformas de streaming es ofrecer una experiencia altamente personalizada. Usan algoritmos avanzados que analizan el historial de escucha o visualización de un usuario, así como sus preferencias declaradas, para recomendar contenido relevante. Esto, en teoría, debería resultar en una mayor satisfacción del cliente al ofrecerles exactamente lo que quieren escuchar o ver.

Sin embargo, se corre el peligro de crear una "burbuja de filtro", donde los usuarios quedan atrapados en un ciclo de consumo de contenido similar, limitando su exposición a nuevas ideas y perspectivas, y lo cual puede fomentar una fragmentación de la cultura, entendiendo esto como el hecho de que los usuarios al escuchar solo lo que ellos elijen, refuercen sus propias creencias y gustos, limitando la exposición a perspectivas diferentes y dificultando la creación de una cultura compartida. Esta personalización extrema puede contribuir a la polarización social, pues, cuando las personas solo consumen contenido que refuerza sus opiniones existentes, es menos probable que se expongan a puntos de vista opuestos. Esto aumenta la polarización y hace que el diálogo y la comprensión mutua sean más difíciles (¿alguien tiene alguna duda sobre la época que estamos viviendo de grandes diferencias sociales y la dificultad de entendimiento entre polos opuestos?).

Una consecuencia inmediata de lo anterior está en el impacto transformador -a mi juicio, no necesariamente bueno- en las industrias creativas, pues esta personalización ya está cambiando la forma en que se produce y distribuye el arte y el entretenimiento. Los artistas y creadores están sintiendo la presión de ajustar o adaptar sus obras para satisfacer las preferencias populares, en lugar de seguir sus propias visiones creativas. Esto afecta directamente la diversidad y originalidad en la producción de contenido, degradando la oferta cada vez más.  No es ningún secreto la decadencia en términos de armonías, arreglos, progresiones, elementos altamente distintivos en los procesos compositivos y que tienden a ser cada vez más elementales, presionados por una sociedad de corto tiempo de atención, como decía Steve Howe, guitarrista de Yes, quien en una entrevista para Guitar World declaró:

“Antes había canciones realmente complejas que escuchabas en la radio todo el tiempo. Representaban un desafío para el oyente, de una buena manera, y creo que las personas en aquella época estaban dispuestas a aceptar ese desafío. Siempre que mantengas el interés del oyente, es algo positivo, pero en el mundo de hoy, donde el lapso de atención de las personas es realmente corto, son otras las reglas. Es un reto para las bandas modernas que aspiran a crear composiciones desafiantes y quieran ser escuchadas".

De más está mencionar los cambios en la forma en que se monetiza el contenido. La desaparición de las ventas de medios físicos planteó desafíos económicos tanto para artistas y creadores como para productores fonográficos, al depender estos últimos principalmente de los ingresos por la transmisión de música, y los primeros apoyándose más en sus presentaciones en vivo, realidad que no está exenta de críticas hacia las plataformas en relación con la compensación hacia ellos. Los pagos por reproducción en streaming tienden a ser muy bajos, lo que ha llevado a debates sobre si los músicos y creadores reciben una parte justa de los ingresos generados por sus obras.

Por supuesto que hay cosas buenas también (público global, diversificación de contenidos, personalización, etc.), pero nos lleva a pensar si este modelo -el del streaming-on-demand- realmente no es un agujero negro terminará por tragarse todo y resultar ser más perjudicial para la música, el arte y la cultura.

Como bien recordaba Mulligan, las palabras de Steve Jobs y Henry Ford nos invitan a cuestionar si este enfoque es el más adecuado en la era digital.  Steve Jobs argumentaba que "no es trabajo del cliente saber lo que quiere", sugiriendo que los consumidores a menudo no son conscientes de lo que desean hasta que se lo presentan de manera convincente. Mientras que Henry Ford afirmaba que si hubiera preguntado a sus clientes qué querían, habrían pedido una versión mejorada del transporte que ya conocían, es decir, el caballo. Estas perspectivas plantean un desafío importante para la forma en que concebimos la innovación y la satisfacción del consumidor en la era del streaming.

Las plataformas de streaming han tenido un impacto profundo y mixto en la industria del entretenimiento; han creado nuevas oportunidades para artistas emergentes y han cambiado la forma en que consumimos contenido, pero también han planteado desafíos en términos de compensación, competencia y sostenibilidad económica para los creadores y los stakeholders de las plataformas, micro ecosistema extremadamente frágil y delicado, como lo mencionamos en esta entrada.  La industria musical está tratando de evolucionar en respuesta a esta revolución digital en curso; la clave tal vez estaría en tratar de encontrar un equilibrio.

La innovación liderada por el consumidor y los datos es valiosa para proporcionar experiencias personalizadas, pero también debemos permitir que existan espacios para la creatividad, la sorpresa y la exploración. Las plataformas de streaming deben encontrar formas de exponer a los usuarios a contenidos que no están necesariamente en línea con sus preferencias habituales, fomentando así el descubrimiento y la diversidad cultural. 

 Setiembre 2023


martes, 1 de agosto de 2023

DESMITIFICANDO LA INDUSTRIA DISCOGRÁFICA: ES UN NEGOCIO, NO UNA BENEFICENCIA



























A raíz del fallecimiento de la extraordinaria y talentosa -aunque atormentada- Sinéad O’Connor, muchas personas han levantado su voz en una suerte de “protesta” por la celebración a destiempo de su talento, apuntado sus balas hacia la industria discográfica, acusándola de hipócrita, de falta de agallas por no “apoyarla” cuando estaba viva y “acudía a ellos”, esto último palabras de Morrisey, exlíder de The Smiths, cuyo post compartió mi amigo Mauricio ‘Chino Chau (integrante de las bandas peruanas La Liga del Sueño y Los Terapeutas del Ritmo), y que nuestra conversación resultante me inspiró a escribir esta entrada, la cual trata de hablar sobre una percepción a mi juicio equivocada, pero muy arraigada en todo el mundo. 

Muy lejos de analizar el mensaje de Morrisey (me declaro su “fans”, al igual que de Sinéad), en donde encuentro sin lugar a duda muchas coincidencias, quiero referirme específicamente al hecho de que la industria discográfica ha sido tradicionalmente percibida por muchos como una entidad benevolente que debe "apoyar" a los artistas y promover su talento.

Sin embargo, esta visión romántica oculta una realidad subyacente y muy concreta: la industria discográfica es en su esencia un negocio, diseñado para obtener beneficios y maximizar ganancias. En consecuencia, tanto para artistas como para el público es crucial comprender esta distinción para que puedan establecerse expectativas mucho más realistas y navegar de manera más efectiva en el mundo de la música (después de todo, sin falsas expectativas no hay desilusiones, y todos felices).

Aunque la música es sin duda una forma de arte con un valor cultural incalculable, la industria discográfica se rige por las leyes del mercado y la rentabilidad. Son empresas comerciales que invierten en artistas con el objetivo de obtener ganancias a cambio. Esto implica la identificación de nichos de mercado y oportunidades de negocio, creación, distribución y promoción de música con el fin de atraer la mayor audiencia posible (o la correcta) y vender copias físicas o digitales, así como obtener ingresos a través del streaming y aquellos side-business que se puedan generar a raíz de estas creaciones o de la carrera del artista.

Tal vez una de las causas principales de la confusión es la percepción de que las compañías discográficas son benefactores que se dedican a “descubrir y apoyar a talentosos artistas” sin esperar nada a cambio…. Valgan verdades, si bien algunas compañías pueden tener un enfoque más artístico y estar genuinamente interesadas en impulsar carreras musicales (así debe ser, no se debe perder la mística), su objetivo final sigue siendo el lucro, y no hay nada de malo en ello.  Tengamos en cuenta que, tal como se lo comenté al 'Chino' Chau, la música genera emociones, y las emociones se convierten fácilmente en pasiones...

Fomentar erróneamente la imagen de la industria discográfica como una institución benéfica, oculta el hecho de que las decisiones se basan principalmente en el potencial de ganancias y la viabilidad comercial. Puede sonar muy crudo, pero al igual que una tienda retira de su catálogo un modelo de pantalón pasado de moda por más buena calidad que sea, un supermercado saca un SKU de la góndola si no tiene rotación por más bueno que sea, o un restaurante elimina de su menú un plato que nadie pide por más rico que sea, una compañía discográfica difícilmente lanza producciones que no tengan potencial comercial (o que lo haya perdido), o que no sean rentable, independientemente de las razones. Cruel, pero real.

Igualmente, los contratos discográficos, a menudo complejos y opacos, son otra razón para desmitificar esta percepción de "apoyo desinteresado". Con una visión tan peculiar del negocio, muchos artistas, especialmente aquellos en el inicio de sus carreras, podrían encontrarse en desventaja al firmar acuerdos desfavorables, por sus distorsionadas perspectivas de lo que puede significar tener la oportunidad de ser promocionados o pertenecer a una compañía discográfica. Un contrato con esa sesgada visión puede llegar a limitar su creatividad, derechos e ingresos, al asignar una parte significativa de las ganancias a la discográfica.

Ahora bien, si bien en la era digital, los avances tecnológicos y las plataformas de streaming han permitido a los artistas independientes mantener un mayor control sobre su música y carrera para llegar a su audiencia directamente, sin la necesidad de intermediarios, persiste la visión romántica de las compañías discográficas como entes de bien social, más aún cuando esta ruta representa otro tipo de retos (visibilidad, masificación, tiempo, inversión en marketing, y un largo etcétera) que una compañía discográfica sí puede estar en mejores condiciones de enfrentar.

¿Por qué considero que es importante desmitificar esa percepción de la industria? Porque creo que es fundamental -tanto para artistas como público en general- adoptar una perspectiva realista sobre la industria discográfica. Entenderla como un negocio no significa que carezca de valor cultural o artístico. Al contrario, el reconocimiento de su naturaleza comercial puede empoderar y ayudar a los artistas para tomar decisiones mucho mejor informadas, armarlos con conocimientos suficientes como para negociar contratos más justos, explorar mejores opciones, o buscar más alternativas independientes si así lo desean.

Por otro lado, el público puede tomar decisiones más conscientes al apoyar a sus artistas favoritos, ya sea comprando su música, asistiendo a conciertos o siguiéndolos en plataformas de streaming. Además, alentando la transparencia y comprendiendo las estructuras básicas de la industria, los fans pueden contribuir a que los artistas reciban una compensación adecuada por su trabajo.

Estoy convencido que apartar esa percepción romántica de la industria discográfica es esencial para un futuro más equitativo y transparente en la música. Al reconocerla como un negocio, podemos trabajar para dirigirnos hacia un ecosistema musical en el que los artistas sean mejor valorados y recompensados justamente por su talento y esfuerzo, mientras el público disfruta de una amplia y diversa gama de experiencias musicales. 

Recalco nuevamente que esta entrada no pretende analizar el caso de Sinéad O'Connor y su particular relación con la industria (cada caso es único); sólo sirvió de inspiración para que- seguramente- muchos quienes lean este post me satanicen, pero les pido que lean entre líneas y puedan darse cuenta que, al final, una buena perspectiva respecto a la industria discográfica tendría un efecto beneficioso.  Si queremos que nos vaya mejor, a todos, empecemos por dejar de idealizar la actividad artística-empresarial, y comencemos por entender los preceptos del negocio.  Entendamos de una vez que -insisto- ver a la industria discográfica como un negocio no resta valor al arte, sino más bien promueve una relación más justa y realista entre artistas, compañías discográficas y audiencias, asegurando así un florecimiento continuo de la música en nuestras vidas.

Se tenía que decir, y se dijo.

Agosto 2023

viernes, 14 de julio de 2023

FÚTBOL Y MÚSICA: LO QUE LA INDUSTRIA DISCOGRÁFICA PUEDE APRENDER DE LA MLS






















La industria discográfica se encuentra en constante evolución gracias principalmente a los avances tecnológicos y los cambios en los patrones de consumo de música. Históricamente mirándose al ombligo, hoy en día puede aprender valiosas lecciones de otros sectores que han enfrentado desafíos similares.

Un ejemplo destacado es el reciente contrato de la Major League Soccer (MLS) con el mundialista Lionel Messi. Aunque parezca una comparación inusual, hay elementos clave en el acuerdo que podrían ser aplicables en la industria discográfica. En esta entrada trataré de explorar algunas lecciones que pueden aprender del modelo de contrato del equipo del INter de Miami de la MLS con Messi.

Toda la MLS comprendió la importancia de adaptarse a las nuevas tendencias en el mundo del fútbol y atraer a jugadores de renombre internacional como Messi. De manera similar, la industria discográfica debe adaptarse con mayor dinamismo a los cambios en el panorama musical. Esto implica explorar nuevos modelos de negocio dentro del Streaming, la tecnología y la distribución digital, para satisfacer las demandas de los consumidores y garantizar la rentabilidad a largo plazo.

El contrato del Inter con Messi resalta la importancia de invertir en talento de alta calidad. Para la industria discográfica, esto podría significar identificar y respaldar a artistas con un potencial excepcional y brindarles el apoyo necesario para que alcancen su máximo potencial. Al igual que la MLS ha logrado atraer a Messi, las compañías discográficas atraen naturalmente a artistas emergentes, pero deben ofrecerles además oportunidades y acciones concretas para crecer y desarrollarse, y desde esta perspectiva, repotenciar los departamentos de A&R -últimamente en manos de externos- no estaría de más.

Por otro lado, el Inter forjó asociaciones estratégicas con marcas y sponsors para aumentar su visibilidad y generar ingresos adicionales. Por supuesto que las disqueras también buscan asociaciones con marcas, plataformas de Streaming o empresas tecnológicas para expandir su alcance y crear oportunidades comerciales más amplias, a través de sus departamentos de New Business.  Lo que hizo el Inter diferente fue la exploración previa de estos socios y las posibilidades de negocio antes de contratar a Messi, algo que puede ser fácilmente replicable por las majors.  Estas asociaciones pueden incluir la promoción conjunta de artistas, el acceso a datos y análisis de mercado, o el desarrollo de experiencias interactivas para los fans, por ejemplo.

Igualmente, la MLS entera ha trabajado arduamente para mejorar la experiencia del usuario en sus partidos, ofreciendo comodidades modernas, tecnología avanzada y una conexión más estrecha entre los fans y los jugadores. La industria discográfica puede seguir este ejemplo centrándose en la experiencia del usuario a través de la innovación tecnológica, como conciertos virtuales, realidad aumentada y aplicaciones interactivas. Al brindar a los fanáticos una experiencia inmersiva y emocionante, las disqueras puedes fomentar un mayor compromiso y lealtad de los oyentes hacia sus artistas.

Por último y no por ello menos importante, el contrato del Inter con Messi y en general todas las acciones de la MLS, son un claro ejemplo de pensamiento estratégico y visión a largo plazo. La industria discográfica puede beneficiarse al adoptar una mentalidad similar, invirtiendo en estrategias a largo plazo y no limitándose únicamente a éxitos instantáneos. Esto implica desarrollar relaciones duraderas con artistas, invertir en la construcción de marcas sólidas y el establecimiento de una presencia global sostenible.

Sin embargo, es interesante también rescatar las lecciones que deja puntualmente la negociación entre Messi y el Inter de Miami, pues ofrece valiosas lecciones para la industria discográfica desde diferentes enfoques.

Lo primero que llama la atención es la flexibilidad en los acuerdos; al igual que en la negociación de Messi con su equipo, la industria discográfica puede adoptar un enfoque más flexible en los contratos con los artistas. Esto implica considerar las necesidades y deseos de los propios artistas, ofreciendo términos y condiciones más personalizados que les permitan tener un mayor control sobre su música, imagen y carrera. La negociación debe ser un proceso colaborativo en el que ambas partes trabajen juntas para lograr un acuerdo beneficioso para ambas partes.

Tampoco debe perderse de vista la inversión en desarrollo y promoción, que puede ser el departamento más sexy dentro de una empresa discográfica.  Si bien ambos sectores invierten en el desarrollo y la promoción de sus jugadores y artistas, para las discográficas esto no sólo debe implicar brindar a los artistas los recursos necesarios para producir música de alta calidad e invertir en su promoción, marketing y desarrollo de marca. La industria discográfica debe desempeñar un papel activo en la construcción de la carrera de un artista, proporcionando -aparte por supuesto de apoyo financiero y estratégico para ayudarles a alcanzar su máximo potencial- un profundo compromiso en fomentar la creatividad y la libertad artística.  Esto implica permitir que los artistas tengan una mayor autonomía en la toma de decisiones musicales, la elección de colaboraciones y la dirección de su carrera. La industria discográfica puede actuar como un socio colaborativo y apoyar la visión artística de los artistas, lo que a su vez puede conducir a una mayor autenticidad y calidad en la música.

No podemos dejar de mencionar unos de los aspectos más innovadores en este acuerdo: compartir los beneficios comerciales.  En la negociación entre Messi y su equipo, se discutieron los aspectos financieros y la distribución equitativa de los beneficios comerciales. De manera similar, la industria discográfica podría adoptar un enfoque más equitativo al compartir los ingresos y beneficios generados por la música, sobre todo en esta época en donde la cantidad de los ingresos desde las plataformas hacia los artistas está en entredicho. Los contratos pueden incluir cláusulas que aseguren que los artistas reciban una parte más justa de los ingresos generados por las ventas de música, streams, conciertos y otros acuerdos comerciales, o -por qué no- stocks, sobre todo con artistas estrellas.  Esto fomentaría una relación mucho más colaborativa y mutuamente beneficiosa entre ellos.

Finalmente, entender de que se debe mantener una relación a largo plazo.  La negociación entre Messi y su equipo se centró en una relación a largo plazo, reconociendo la importancia de construir una conexión duradera entre el jugador y el club. En la industria discográfica, también es esencial fomentar relaciones a largo plazo con los artistas. Esto implica no solo firmar contratos de varios álbumes, sino también brindar apoyo continuo y oportunidades de crecimiento a lo largo de la carrera del artista. Mantener una relación a largo plazo fortalece la confianza mutua y permite el desarrollo conjunto de la carrera.

Por supuesto que un shift de esta naturaleza conlleva a un cambio de la cultura corporativa de las empresas discográficas, pero siempre es bueno tener un norte por donde poder empezar.

Julio 2023

martes, 24 de enero de 2023

INTELIGENCIA ARTIFICIAL: DESAFÍOS PARA LA MÚSICA Y LOS DERECHOS DE AUTOR













En los últimos años, las tecnologías de inteligencia artificial (IA) han dado mucho que hablar, y en particular a través de la popularización del Chat GPT, desarrollado por OpenAI. Fundada en el 2015 por un grupo de empresarios e investigadores, OpenAI está en boca de todos, y su impacto en la vida de todos los seres humanos puede ser impredecible.  La industria musical no se salva de esto; ya desde hace años hemos escuchado canciones creadas por inteligencia artificial, con un aire -por ejemplo- tipo Beatles.  Es válido entonces hacerse las siguientes preguntas:

¿Cuáles pueden ser las consecuencias de las tecnologías de IA en la música?

Las tecnologías de IA pueden tener varias consecuencias en la música, algunas de las cuales son:

- Generación automática de música: las redes neuronales y otros algoritmos de IA pueden generar música de forma autónoma, creando nuevas formas de componer y producir música.


- Mejora en la edición y mezcla de audio: las IA pueden ayudar a los músicos y productores a editar y mezclar audio de manera más precisa y eficiente.

- Análisis de tendencias y preferencias: las IA pueden analizar grandes cantidades de datos sobre las preferencias de los oyentes y las tendencias en la música para ayudar a los artistas, productores y sellos discográficos a tomar decisiones informadas sobre qué tipo de música producir y promocionar.

- Sustitución de trabajos: el uso de IA en la producción y edición de música podría reemplazar algunos trabajos humanos, como la edición de audio.

- Nuevos formatos y experiencias musicales: las IA pueden crear nuevos formatos y experiencias musicales, como la música generativa, que cambia constantemente en función de los datos del entorno, y la música personalizada, que se adapta a las preferencias individuales de los oyentes.

¿Cuáles serían las posibles implicancias de los derechos musicales de autor frente a las tecnologías de IA?

Las implicancias de los derechos de autor frente a las tecnologías de IA pueden ser varias, algunas de las cuales son:

- Problemas de titularidad: puede ser difícil determinar quién es el titular de los derechos de autor en el caso de música generada por IA, ya que el creador humano puede no ser el único o incluso el principal responsable de la creación.


- Problemas de licencias: la música generada por IA podría requerir nuevos tipos de licencias y acuerdos para su uso y distribución.

- Problemas de compensación: puede ser difícil establecer cómo compensar a los creadores humanos y las entidades que han contribuido a la creación de la música generada por IA.

- Problemas de regulación: puede ser necesario desarrollar nuevas leyes y regulaciones para abordar estos problemas relacionados con los derechos de autor y la IA en la música.

- Protección de derechos de autor: puede ser difícil proteger los derechos de autor de la música generada por IA debido a la naturaleza automatizada de la creación.

- Problemas de privacidad: el uso de datos y preferencias personales para generar música personalizada podría violar la privacidad de los usuarios.

En general, la tecnología de IA y los derechos de autor en la música son un tema complejo y en desarrollo, y se requiere una regulación y una adaptación continua para abordar estos problemas.

Por cierto, las respuestas a estas preguntas, no son mi opinión (aunque las comparto), ni las redacté yo, las hizo el chatGPT de OpenAI, consultado el 24/01/2023 a las 18:15 y a las cuáles no les aumenté ni siquiera una coma.    

No me tomó ni cinco minutos escribir esta entrada, y más es lo que me demoré dándole formato.  Bienvenidos a la revolución.

Como dice mi amigo Jorge Fernández, nunca pensé presenciar el nacimiento de Skynet…

Enero 2023