jueves, 22 de diciembre de 2016

ANÉCDOTAS DE LOS TIEMPOS DEL VINILO



Hoy se inicia oficialmente el verano, y aunque no por ello deja de ser una época de estrés, me tomo la licencia de volver a publicar un artículo escrito hace algunos años a pedido de mi amigo-hermano Javier Lishner (en parte uno de los principales artífices de la popularidad del rock en español de los 80) y que fue publicado originalmente en su blog “Rock around the Blog” (http://javierlishner.blogspot.pe/).  Este post cuenta una experiencia propia en donde se mezclan la tecnología vintage, la casualidad, los negocios y la música, dándonos una perspectiva de lo que podía suceder en un mundo en donde muchas cosas se hacían casi de manera artesanal; espero les arranque aunque sea una sonrisa veraniega.

En el mundo discográfico muchas veces suceden cosas bienaventuradas; a veces, desastrosas; en algunos casos, absurdas; y, en otros, curiosas, como esta. Tratándose de una de las canciones más populares de la década del ochenta en el Perú, este hecho es tan raro que, de no haber estado involucrado personalmente en el proceso, nunca habríamos encontrado una respuesta medianamente lógica a una pregunta que muchas veces me hicieron: ¿En qué disco sale la 'versión larga' de "Amor por Computadora"? (canción n° 7 del LP “Rock de una noche de verano” de Miguel Ríos, de gran popularidad a principios de la década de los 80).




Corrían los últimos meses del 83, y me encontraba como Asesor de A&R (una suerte de label manager) en la hoy desaparecida casa discográfica El Virrey Industrias Musicales S.A. En ese entonces, mi labor consistía, principalmente, en identificar las producciones musicales que tuviesen potencial comercial en el mercado peruano, fundamentalmente de repertorio anglo, para luego editarlas en versión nacional (aunque me daba algunas licencias para otros géneros). Muy aparte de las estrategias seguidas para ello, que no es objeto de esta nota, habría que conocer una parte del proceso de fabricación de discos (de vinilo o pasta) durante esos años.

Era una época en que el fax era casi de ciencia ficción, el correo electrónico inimaginable, las computadoras personales sólo en manos de los pioneros en informática... No existían servicios de courier y todo se hacía a la antigua: prestas secretarias tomaban dictados escribiendo en taquigrafía, para que, después, sólo los mensajes más urgentes fueran pasados al departamento de télex, en donde otra eficiente señorita "picaba" los mensajes; memorándums escritos en máquina de escribir y sus copias al carbón... El correo aéreo regular era la estrella de entonces, y las llamadas telefónicas de larga distancia estaban reservadas sólo para casos de urgencia, por lo oneroso de las comunicaciones internacionales de la CPT, la Compañía Peruana de Teléfonos.

Los discos de pasta se recibían –por correo, claro- de todas partes del mundo, y si había alguno con posibilidades de explotarlo en el mercado local, lo primero que se hacía era enviarlo al departamento de grabaciones para que lo copiaran a modo de back up en una cinta de carrete abierto, tratando de preservar al máximo la fidelidad (sólo las producciones muy importantes eran enviadas directamente en cinta, pues los altos costos de transporte y desaduanaje hacían que esa práctica fuere casi prohibitiva). Y esto se hacía de una manera muy simple: un tornamesa, una pastilla o aguja de muy buena calidad, un amplificador, buenos parlantes y una grabadora de cinta. De modo tal que, si se decidía lanzar en edición nacional determinada producción, se echaba mano de la cinta y pasaba al departamento de corte, en donde los sonidos se transferían físicamente a un acetato, y de allí se hacían las matrices de los discos (33 r.p.m. ó 45 r.p.m., lado A y lado B).

En aquella época, apenas iniciada la ola del rock en español en el Perú de los ochenta, recibí un long play y un 45 r.p.m., directamente de la oficina del sello Polydor de España. Ese long play fue El rock de una noche de verano, de Miguel Ríos, artista cuya trayectoria ya me era muy conocida y, ante la explosión del género, decidí prestarle más que atención. Sobre todo al disco simple con "Amor por computadora" en el lado A, el que decidí sin ninguna duda promocionar en las radios de entonces, utilizando el mismísimo disco original recibido de la Polydor de España. Por supuesto, luego de haber hecho el back up, tanto del sencillo como del álbum. El éxito fue tal que no pudimos esperar a pedir la cinta para lanzarla en edición nacional –no había tiempo, demoraba cerca de 30 días la importación de los carretes y el disco ya lo pedían en las discotiendas- y fue entonces que dimos la orden para que la cinta del 45 pasara al departamento de corte.

Ante la arrolladora venta del sencillo, el paso lógico era editar el álbum, formato que, una vez lanzado, tradicionalmente permanecía rezagado en comparación al 45. Primera sorpresa: el larga duración se comenzaba a vender mucho más que el disco simple, y las radios comenzaron a tocar la versión larga de "Amor por computadora". Sí señor, una versión larga, aquella que venía con los primeros riffs de guitarra en cuatro tiempos antes de arrancar con las bases.

La "versión larga" la pueden escuchar aquí (riff a partir del 1:13")

Las ventas fueron inigualables, al punto que algunos países vecinos comenzaron a prestarle atención al tema, y, de paso, a preguntarnos por nuestra experiencia con el artista. En un momento recuerdo haber conversado con algún colega, creo que de la disquera en Ecuador, a quien le relaté la buena táctica de lanzar, primero, la versión corta y, posteriormente, la otra, alargando así la vida, y por ende, las ventas, de dicha producción (y dándomelas, cómo no, de eximio estratega musical).

- "¿Cuál versión larga?", fue la pregunta que de inmediato recibí de parte de mi interlocutor.

- "Pues… la de "Amor por computadora" que está en el álbum", respondí diligentemente, con la seguridad y el respaldo que me daban los excelentes números conseguidos y la total consagración del artista en el Perú (cosa que era mi principal motivación, más que las ventas en sí).

La segunda sorpresa que me dejó frío, más aún viniendo de aquel reputado colega, llegó inmediatamente:

- "Yo tengo el disco importado de España, lo he escuchado mil veces, y aquí no hay ninguna versión larga", me dijo.

Para mí, por supuesto que no podía ser, pues el álbum había sido una copia exacta –o por lo menos eso creíamos- del mismo larga duración de edición española. ¿Habría otra versión? Imposible, pensábamos, y, en todo caso, se nos hubiera sido comunicado… 

Luego de días de discusiones y averiguaciones, dimos por fin con la trama del asunto: El disco recibido por nosotros había llegado defectuoso, pues al principio de "Amor por computadora" tenía un rayón, y las sensibles pastillas del departamento de grabaciones la habían detectado, generándose lo que comúnmente se conocía como "salto" o efecto de disco rayado... Esto es, se repetían secuencias de la canción. Pero eso no quedaba allí, pues los experimentados oídos de los técnicos no hubieran dejado pasar tamaña falla. Lo inverosímil fue que los "saltos" fueron tan exactos y precisos -en tiempo y forma-, que nadie, absolutamente nadie, reparó en aquella falla, y todos en El Virrey dimos por sentado que aquel disco, efectivamente, contenía la versión larga de ese tema.

La versión correcta -y única- pueden escucharla aquí 

La versión larga peruana tuvo que ser descontinuada luego de los primeros prensajes y, posteriormente, reemplazada por el disco de la versión correcta. En un inicio, fue motivo de un buen jalón de orejas por parte de la casa matriz de Polydor. No obstante, luego de recibir las jugosas regalías -por lo menos, eso creo yo- se convirtió como por arte de magia en reconocimientos y halagos, desde luego, no oficiales.

Cierto es que con el avance de la tecnología de hoy, reproducir ese lapsus es demasiado sencillo (como lo reproduzco aquí en las muestras de audio digitales con extrema facilidad), pero de allí a que se formen de manera fortuita y casual, no existe tecnología nueva o vieja capaz de semejante coincidencia.


Aquel rayón burló los oídos más finos, no míos sino de los técnicos y ejecutivos de la disquera, hombres de radio, de prensa, y, por supuesto, del público que llegó a adquirir aquella edición limitada del famoso Rock de una noche de verano, de Miguel Ríos. Uno en millón.

Quien tenga alguna copia de esa "versión larga", o mejor dicho, "copia no autorizada", que la guarde, pues me imagino que debe tener algún valor para fanáticos.  Hoy, el escándalo que se hubiera armado si alguien se atreve a sacar una versión distinta, sería mayúsculo...  Eran otras épocas, sin duda, y la tecnología no estaba de nuestro lado; las casualidades sí.  Felices fiestas a todos

Diciembre 2016

miércoles, 7 de diciembre de 2016

LANZAR TU NUEVO CLIP EN YOUTUBE: PIENSALO DOS VECES



En setiembre, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés), emitió un interesantísimo informe encargado a Ipsos, sobre el comportamiento de los consumidores de música en la actualidad.

El estudio fue dirigido hacia usuarios de entre 13 y 64 años, y llevado a cabo en 13 mercados líderes en consumo musical, entre los que se encuentran Estados Unidos, Canadá, México, Gran Bretaña, Brasil, Japón, Australia, Italia, Corea del Sur, España, y Suecia, países que consumen el 84% de la música grabada globalmente.

En el informe se ve claramente la penetración y crecimiento del Streaming como plataforma principal en el consumo digital, y respalda los vaticinios de toda la industria respecto al liderazgo de esta tecnología, así como evidencia las grandes distorsiones que existen en su aún inestable ecosistema.


Paralelamente, analizando data sobre las plataformas más usadas, sorprende ver los resultados que presentamos en el siguiente cuadro:


¿Qué tiene que ver YouTube, un servicio de streaming de videos, con las plataformas de streaming de audio?  Muy simple; según el informe de Ipsos, el uso que se le da a YouTube tiene mucho más que ver con la música de lo que pensamos.

En efecto, de su billón de usuarios -todos gratis- el 82%, es decir, 820’000,000 de usuarios usan esta plataforma para la música.  Es más, en el grupo de edad de entre 16 y 24 años (los heavy users de la música), la cifra sube a 93%.  Pero la cosa no queda allí.  El estudio también profundiza, y refleja que de esos 820 millones, el 81% lo usa para escuchar música que ya conoce

Con esas cifras en mente, y teniendo en cuenta que -de acuerdo con IFPI- sólo Spotify le generó 2 billones de dólares a los sellos en el 2015, arrojando un promedio de US$ 18 por usuario, y que YouTube sólo le generó US$ 1 por usuario, se puede entender por qué la industria discográfica considera a YouTube como el servicio de música on-demand más grande del mundo, que no está pagando a artistas y productores un precio justo por la música, y que pone de relieve más que nunca la necesidad de una acción legislativa para abordar la “brecha de valor” (el “value gap”, término que marcó el reporte IFPI del 2015), negándole a los titulares de derechos musicales una retribución justa por su trabajo.

Y se habla de acciones legales, puesto que YouTube hasta ahora ha aprovechado un vacío conceptual, minimizando su importancia como servicio de música, y argumentando entre otras cosas que el servicio es principalmente promocional, escapándose de ese modo de operar bajo licencias musicales normales.

Lucha de titanes, que tomará aún cierto tiempo.

Mientras tanto, si eres artista, a la luz de los resultados del estudio, tal vez lanzar tu nuevo video clip en YouTube, no sea tan buena idea.  Mira:



Diciembre 2016

jueves, 1 de diciembre de 2016

STREAMING: MANIPULACIÓN EN LAS LISTAS DE POPULARIDAD

A propósito de la entrada anterior






Se convirtió en noticia, luego en algo preocupante.  En agosto un rumor giraba en torno a las sospechas de como una de las más grandes plataformas de streaming manipula la performance de canciones que pasan por sus dominios.  Este es un resumen de un artículo de investigación de music business wolrwide, titulado “Katy Perry sabe exactamente cuánto ‘castiga’ Spotify a un artista con acuerdo exclusivo con Apple”.

El viernes 12 de agosto, Bloomberg publicó una historia en la que acusó a Spotify de "enterrar" activamente la promoción de estrellas que han hecho acuerdos con su música en Apple Music o Tidal.  Spotify lo ha hecho, dijo el informe, al excluir a artistas y temas de sus listas de reproducción muy influyentes, además de rebajarlos de los resultados de búsqueda.
El servicio sueco respondió el artículo, calificándolo de "inequívocamente falso".  Bueno, para ser exactos, Spotify dijo que la afirmación de que entierran de las búsquedas a artistas amigos de Apple / TIDAL, es "inequívocamente falso".  Esto es porque la otra parte – la parte que sugiere Spotify está bloqueando a estos artistas en sus listas top de reproducción - es completamente cierta.  Y el caso del último single de Katy Perry, Rise es particularmente ejemplificador.

Siendo su primer single luego de dos años, claramente se creó con los Juegos Olímpicos en mente y sin escatimar gastos: la canción fue co-escrita con Savan Kotecha (One Direction / The Weekend / Justin Bieber) y producido por Ali Payami y “Mr Guaranteed Hit” mismo, Max Martin.  Rise fue originalmente lanzado en todo el mundo con un acuerdo exclusivo con iTunes y Apple Music el 15 de julio, y esperó una semana para llegar a Spotify.  

Analizando la performance del tema a nivel mundial, no pasó mucho:   Sólo alcanzó el número 11 en el Billboard Hot 100, y cayó desde entonces, lo cual es particularmente decepcionante teniendo en cuenta que la canción ocupó un lugar destacado durante la cobertura televisiva de los Juegos Olímpicos de la NBC, una de las más grandes sincronizaciones que podría esperarse en el mercado durante el verano en el hemisferio norte.  En el Reino Unido, donde el streaming ahora representa más del 80% de las "ventas" de singles, Rise alcanzó solamente No.25 en la lista oficial de singles a mediados de julio; cayó al No. 68 la semana siguiente, y no ha vuelto dentro del Top 70.  En Alemania el puesto 39, 51 en Italia y en los Países Bajos el puesto 95.  Sólo consiguió un número 1 en Australia, pero para los estándares de Katy Perry, es un rendimiento global para el olvido.

La canción claramente no obtuvo el impulso comercial que necesitaba desesperadamente.  Un impulso que nunca iba a venir de Spotify (recordemos que este servicio es el líder mundial en término de suscriptores).

Desde que llegó a Spotify el 22 de Julio, el tema fue continuamente bloqueado en las listas de reproducción más importantes de la plataforma.  Nunca apareció en el Today’s Top Hits (10.2 millones de seguidores), y también se notó su ausencia en otras importantes listas. Ni siquiera apareció en la lista de Spotify's New Music Friday el día en que llegó a la plataforma.  Apareció sí en el playlist de Pop Rising (443k seguidores) durante un mes, después de su lanzamiento original.  Al final, Rise finalmente figuró en Spotify's Global 200 a principios de agosto en el número 176.  Nunca llegó a los 80 primeros.  

Todo esto dejaría de ser anecdótico si tenemos en cuenta que las listas de reproducción propias de Spotify le generan a la industria musical y a los titulares de los derechos alrededor de 30 millones de dólares mensuales.

Spotify tiene más de siete veces el número de usuarios activos en su plataforma de Apple Music, por lo que parece que cada vez que una superestrella como Katy Perry llega a un acuerdo con Apple Music, puede correr el riesgo de ser degradada (en listas de reproducción, no de búsqueda) frente a unos 120 millones de personas.  

Sin embargo, Drake hizo una exclusiva con Apple Music,  y la rompió. Además, él es tan grande que Spotify no podía mantenerlo fuera de sus dos listas de reproducción más grandes (Today's Top Hits y Rap Caviar) incluso si quisiera.  Así, un artista exclusivo de Apple Music es también el mayor artista de Spotify en todo el mundo, pero estas reglas no se aplican a todos. Incluso, como vemos, a Katy Perry, la artista más popular del mundo... pero en Twitter. 

La experiencia de Drake demostraría que algunas mega estrellas no necesitan el entusiasta apoyo de Spotify para meter éxitos en los charts mundiales, pero la experiencia de Katy Perry sugiere -sin embargo- que otras mega estrellas (seamos honestos, casi todas) definitivamente sí lo requieren.

Bloomberg le preguntó a su periodista investigador si era esto legal, y le respondió que “de eso no estoy seguro; invita al escrutinio por parte de las leyes anti-monopolio... podría serlo, pero es un espacio muy nuevo, y sería muy difícil probarlo”.

Va quedando más claro que la razón del por qué Luciain Grange, el CEO de Universal Music, prohibió a sus ejecutivos llegar a acuerdos de exclusividad con las plataformas de streaming.  Sabe que los medios de comunicación y los generadores de contenido caminan por senderos con obstáculos, con trampas, huecos, a veces separados, a veces juntos, pero en la misma dirección. Por eso, Las estrategias que una compañía discográfica diseña, en su legítimo afán de optimizar sus recursos, pueden a la larga ser contraproducentes, y tirar al tacho una millonaria inversión, por culpa -muchas veces- de una mala decisión, o simplemente, por no analizar todas las variables en su real dimensión. 

Hoy por hoy, las listas "propias" de los servicios de streaming, no las generadas por el usuario ni producto de las matemáticas, sino aquellas que cuya receta no se conocen, con puertas falsas, con shortcuts, susceptibles de ser manipuladasy que -oh casualidad- resultan ser las más populares con millones de seguidores, constituyen el combustible básico para que una canción pueda despegar, y son la piedra angular de cualquier estrategia global, determinantes para la obtención de resultados.  Si bien la tecnología en el streaming ayuda a la transparencia y el flujo de muchos aspectos relacionados en la industria (regalías, reparto, media performance, etc.), existen aún niveles y capas en donde el secretismo de su funcionamiento y su importancia en el negocio son tales, que son la carta bajo la manga que las plataformas nunca soltarán para conservar su liderazgo y poder de negociación. 

Noviembre 2016

jueves, 24 de noviembre de 2016

ESTRATEGIAS DISCOGRAFICAS EN LA ERA DEL STREAMING










Cuando las radios no eran grandes corporaciones y las compañías discográficas era poderosos moldeadores del gusto popular, las estrategias de promoción radiales se diseñaban localmente con extremo cuidado.   Como es lógico, las radios que ocupaban los primeros lugares de sintonía, eran las que gozaban de la preferencia de las disqueras, o en todo caso, las que tenían mejor poder de negociación para lograr mejores acuerdos (entiéndase la palabra “negociación” en su extensión más genérica, la de un esfuerzo de interacción orientado a generar beneficios, nada que ver con “payolas” ni cobros indebidos, por si acaso).

Una de las estrategias que existían era el de la exclusividad.  Es decir, otorgarle a alguna radio -en exclusiva- la nueva canción de algún artista importante.  Se negociaban los tiempos de esa exclusividad, algunos discos de promoción, entrevistas, o cualquier otro factor que pudiese ser beneficioso para la radio o sus oyentes.  La estación entonces “reventaba” el tema, los oyentes al no encontrar esa canción en otras radios, pegaban sus oídos a esa estación para escucharla, sólo allí, no en las demás, lo cual a la radio le convenía porque engrosaba el rating.  La compañía discográfica, feliz ella porque esa canción se había convertido en un hit, y eso le garantizaba ventas de discos.  Había riesgos, por supuesto; uno de ellos era que las otras radios podían sentirse “ofendidas” por no haber sido elegidas para tocar el tema antes, lo cual requería de mucha “muñeca” por parte de los promotores, pero al final las radios tocaban la canción, porque, total, ya era un éxito, y no podían dejar de pasarla.  Todo esto, evidentemente, se repetía en todos los ámbitos locales.

Hoy por hoy las radios han sido reemplazadas por el streaming, las compañías discográficas ya no son tan poderosas ni influyentes como antes, pero las exclusividades -ahora en las plataformas de streaming-  siguen siendo estrategias altamente importantes y delicadas en los planes promocionales de las grandes compañías discográficas, y ejemplos hay a montones.  

Apple Music cerró acuerdos con artistas como Drake, Dr. Dre o Frank Ocean; TIDAL por su lado, logró tratos exclusivos con Kanye West, Rihanna, Lil Wayne, y sigue siendo el único servicio en donde se puede escuchar el último disco de Prince y Beyoncé, Lemonade.

Es más, apenas una semana después de que Amazon lanzara en octubre su servicio de Streaming (Amazon Music), logra un acuerdo de exclusividad con Garth Brooks, el artista solista más vendedor de todos los tiempos en USA.

Estos acuerdos son tomados por las grandes compañías, con muchos millones de por medio, y también siguen existiendo riesgos.  

De acuerdo con el portal MBW, en agosto, el CEO de Universal Music Group, Lucian Grainge, instruyó a sus jefes para que dejen de firmar exclusivas a raíz del acuerdo entre Apple Music y el disco de Frank Ocean,Endless.  Sus fuentes afirman que Grainge no sólo estaba motivado por el tema del artista, sino sobre todo debido al peligro de no poder contar con Spotify en algún plan de lanzamiento.  Y razón no le faltaría por diferentes hechos: Daniel Ek y compañía aún no han anunciado sus exclusivas, si es que las tiene; tiene más de 100 millones de usuarios únicos en todo el mundo (en comparación con los 17 millones de suscriptores de Apple Music).  Por otro lado, hay quienes infieren que el lanzamiento en exclusiva en Apple Music del single de Katty Perry, Rise (otro lanzamiento de Universal), durante dos semanas, fue la razón por la que el tema haya sido ignorado en las principales listas de reproducción, perjudicando su rendimiento en todo el mundo (algo que sin embargo Spotify negó, y que será motivo de otro post).

Es más, no sería de extrañar –y hay voces que así lo afirman- que Spotify ya esté invirtiendo en producir su propio contenido con todas las de la ley, siguiendo el exitoso ejemplo de Netflix; competencia directa hacia sus propios proveedores… y accionistas.

Las plataformas ya no hablan ahora de ratings, pero sí de suscriptores; las compañías ya no hablan de discos, pero sí de monetización, entre otras cosas;  sigue siendo un juego de ajedrez tratar de no ofender a nadie... Al final hay -nuevamente- interacciones que buscan beneficios.  


La ecuación no parece haber cambiado, tan sólo ha escalado.


Noviembre 2016

lunes, 24 de octubre de 2016

¿LA LEY DEL 20%? SÍ PERO NO ASÍ

Música peruana en las radios




Mi tocayo y amigo Johnny Padilla -para mi, de lejos uno de los mejores periodistas de espectáculos en la actualidad- en su participación en el programa Desayunos de Correo, hace poco entrevistó a Ezio Oliva, ex – integrante de Adamo.  Dando su interesante opinión sobre redes sociales y las radios, se tocó el tema del contenido de música local en la radiodifusión, tema tan discutido, polémico, mal enfocado y manoseado, y que es motivo de esta entrada.  Dice que la radio es un complemento, sí, pero para nadie es un secreto que el mainstream se conquista cuando los medios tradicionales tocan las canciones, así que es muy importante para cualquier artista estar allí

Partamos de una declaración personal:  sí estoy de acuerdo en -no promulgar- sino reformar la ley de telecomunicaciones, en favor de la presencia de más música nacional en los medios de comunicación, lo que internacionalmente se conoce como Local Content Rules, o Reglas de Contenido Local.  

Concordando con Ken Bhattacharjee, actual vice-presidente del Tribunal de Derechos Humanos de Ontario, Canadá, creo que son necesarias por dos razones. En primer lugar, fomenta a que la música sea considerada como un bien mucho más intrínsecamente ligado a la identidad de la nación que otros bienes, como marcas o bienes de consumo (en Francia, por ejemplo, le llaman “frenchness”, que se refiere a “lo francés”, la calidad o característica de ser francés).  Este concepto, aplicado a la música, es un factor altamente productivo y poderoso, desprendiéndose de aquí la segunda razón: la economía de mercados internacionales -que favorece enormemente a grandes países desarrollados, con sectores de producción y de radiodifusión altamente desarrollados- representa una seria amenaza para los países con sectores más pequeños y menos desarrollados, y que, no obstante, tienen potencial para convertirlos en sectores altamente productivos, multiplicador de puestos de trabajo, y de gran importancia para la identidad cultural de una nación.

Sin embargo, la principal razón que he escuchado para rechazar esta propuesta es que sería un atentado a la libertad de expresión, ya que no se puede obligar a algún medio a emitir determinado contenido, argumento que -sin ninguna duda- reviste de mucho peso.  Pero ese argumento es discutible si tenemos en cuenta algunos factores. 

Por ejemplo, es reconocido internacionalmente que en lo que respecta a la cultura, los individuos tienen el derecho a participar en ella, los pueblos a desarrollarse culturalmente, y los Estados la obligación de proteger y promover la cultura local.  Igualmente, tal como apunta Bhattacharjee, “el pluralismo -incluyendo el derecho de toda persona de acceder a diversidad de información- es un aspecto importante de la libertad de expresión. De hecho, se reconoce que los Estados tienen la obligación de promover el pluralismo en su interior para garantizar la igualdad de acceso de todos a los medios de comunicación.  Con esto, el pluralismo se convierte es un aspecto gravitante de la libertad de expresión, mientras que por otro lado, no es difícil darse cuenta que los mercados internacionales tienen una tendencia más bien a homogeneizar la programación en el sector de la radiodifusión. Ya que las reglas de contenido local desplazan justamente la ​​homogenización y promueven la diversidad de expresión, promueven entonces la libertad de expresión y -en consecuencia- no puede considerarse que sean una restricción a la libertad de expresión”. 

No obstante, si estas normas están mal diseñadas, si las cuotas de contenido local son excesivamente altas, si no distinguen entre diferentes tipos de medios y no tienen en cuenta el tipo de programación de una emisora, (socavando la capacidad de los medios para sobrevivir y prosperar), en tales casos, estas reglas no contribuyen a la diversidad.

Por tal motivo, como bien señala el jurista, estas normas deben cumplir con ciertas condiciones:

  • Deben ejecutarse mediante medios legales apropiados y coherentes; deben considerar y analizarse todas las leyes que impliquen o afecten, y sobre todo deben ser debidamente reglamentadas para evitar las interpretaciones antojadizas e interesadas (¿a qué llamamos música "nacional"?); deben ser condicionantes de la autorización a los organismos de telecomunicaciones otorgada por el MTC, pero bajo el dictamen de un ente regulador independiente del gobierno, que actúe justa e imparcialmente y que supervise el buen cumplimiento de dichas normas.
  • Deben ser realistas y factibles.  Se debe tomar en cuenta la fuerza de la producción local en el país y su potencial de desarrollo. Si se ponen cuotas de contenido local muy altas (tal como ilustra Johnny Padilla en la entrevista sobre lo que sucede en Colombia), pueden socavar la viabilidad de los organismos de radiodifusión (proponer 20%  de arranque me parece una torpeza).  Deben basarse en criterios adecuados, que reflejen la complejidad y diversidad del sector de la radiodifusión existente, los géneros, y la producción local (y vaya si nuestro Perú es complejo en el mercado musical).  Tiene que incluirse niveles de contenido local variables para diferentes tipos de medios, diferentes tipos de contenidos, y tipos de producción. También deben contemplar excepciones para los organismos de radiodifusión que se dirigen a una programación especial, con poca o ninguna producción cultural local (por ejemplo, música clásica, ópera, instrumental, etc.), que cuente con interés de una comunidad, o escalas para aquellos que escogen repertorio extranjero.
  • Deben aplicarse progresivamente, y por dos principales motivos: dar tiempo a los organismos de radiodifusión de adecuarse para el cumplimiento de las normas, y el segundo y quizás más importante, para que la producción local, sea cual fuere el género, se esfuerce realmente en obtener un producto de calidad, digno de ser difundido y expuesto, fomentando la creación de una competencia interna entre músicos y artistas que deberán procurar elevar estándares, dándole así también a los medios material de calidad para escoger (empezando con un porcentaje pequeño, y poco a poco ir aumentándolo).
  • Por último, pero no por ello menos importante, deben ser objeto de revisiones periódicas, en donde debe haber objetividad y flexibilidad para hacer modificaciones. Los requisitos de contenido local que son inmediatos y fijos, especialmente si las cuotas son altas, pueden minar la propia normativa si muchos organismos de radiodifusión son incapaces de cumplir con ellos, y debilitar la viabilidad del sector de la radiodifusión y el pluralismo.

No hay nada que inventar; estas leyes existen en muchísimos países; tan sólo debemos analizarlas y adaptarlas.  Bien dice Oliva que hay que tejer fino, y debe haber más apertura para artistas peruanos (en enlace para ver la entrevista aquí, a partir del 1:04:00).  Hasta la próxima entrada.



Octubre 2016



lunes, 17 de octubre de 2016

INFOGRAFÍA DE LOS DERECHOS EN LA MÚSICA



Mis alumnos de la UPC de la clase de Administración de Negocios Musicales me animaron a hacer esta infografía, para entender de manera rápida y visual cómo fluyen los derechos de autor y derechos conexos en la industria musical.  Es tan solo una mera aproximación, muy elemental, pero que servirá para comenzar a entender el ecosistema.

Si quieren descargar el pdf en alta calidad, pueden hacer click aquí



Octubre 2016

lunes, 10 de octubre de 2016

LA PELIGROSA SORDERA DE LA INDUSTRIA DISCOGRAFICA



Dentro de la sinergia que debería existir en la industria musical, sin duda las compañías discográficas ocupan un lugar preponderante.  La relación entre el artista/compositor y la disquera debe evolucionar para hacer de la industria una en la cual pueda renacer, crecer y prosperar, pero para todos lados, con el balance necesario que esta asociación debe tener.



Históricamente, muchas discográficas multinacionales han actuado como depredadores en un sistema que recompensa inmediatamente al inversor, pero que a costa de ello y de grandes retornos de inversión se generan situaciones insostenibles, con grandes apetitos financieros que engullen todo lo que encuentran a su paso, sin pensar en las consecuencias del mercado, que, indefectiblemente, tratará de encontrar una salida.



Hoy pareciera que se está repitiendo la historia.  No cabe duda que el streaming -un modelo de negocio aún hoy no claro- es el sistema que en los próximos años reinará, y, de alguna manera, será el alimento de la industria musical (no por nada las propiasmajors son accionistas de varias de esas plataformas).  Sin embargo, estamos muy lejos de tener una carretera que mantenga, o por lo menos se acerque, a un recorrido asfaltado que asegure a todos quienes transitan por ella un buen viaje.  Actualmente, solo quienes tienen un Bugatti pueden manejar tranquilos.

Cada vez son más las voces que cuestionan no sólo el reparto que el mundo digital distribuye a los participantes de su ecosistema, sino también la transparencia con la que la industria discográfica negocia las licencias con las plataformas de streaming.  Y para muestra, un botón: las majors son accionistas de algunas plataformas de streaming, a quienes les licencian el uso de su repertorio a un precio menor de lo que le licenciarían a un cualquier tercero (porque, por supuesto, tienen sus propios intereses económicos en esas plataformas).  Todo bien hasta allí.  El problema es que estos acuerdos conllevan adelantos, y nadie sabe cómo esos adelantos son repartidos con los artistas, porque todos son negociados bajo perversas cláusulas conocidas como NDA’s, o Non Disclosure Agreements, algo así como los X-files de la música…  Aparte, por supuesto, nadie sabe qué es lo que sucede o cómo se reparte lo que las majors obtienen gracias a la rentabilidad de sus acciones en estas plataformas (si es que las hubiere), y que fueron adquiridas en desmedro de los ingresos de sus artistas.




No quiero entrar en discusiones bizantinas respecto a quién es el principal inversor o quién arriesga más (por un lado las compañías discográficas ya no hacen discos y se les fue el soporte con el cual los márgenes justificaban sus inversiones en marketing y costos operativos, pero por otro lado también, esos costos de distribución son pocos en comparación los de marketing y A&R, que hoy por hoy no solo se mantienen sino que han subido), pero es necesario que las disqueras escuchen lo que los protagonistas de la industria musical reclaman cada vez más fuerte: reparto equitativo y mayor transparencia en el flujo de los ingresos provenientes de lo digital.

Tal vez BMG ya dio un primer paso al cambiar de enfoque, viendo a sus artistas más como socios que como mano de obra contratada, o Kobalt, la editora independiente más grande del mundo, al dotar a sus asociados herramientas tecnológicas para seguir on-line y en tiempo real el rendimiento de sus obras en el mundo digital.

Ojalá que la industria aprenda de su propia historia, y pueda redirigir sus esfuerzos en robustecerla y crear las bases de un sistema mucho más sostenible en el tiempo, para evitar su canibalización y posterior colapso.



Octubre 2016

miércoles, 21 de septiembre de 2016

LOS GUSTOS MUSICALES Y LAS RADIOS EN LIMA: ALGO NO ME CIERRA

Último survey de C.P.I.





Acaba de publicarse el survey radial de sintonía en Lima, realizado por Compañía Peruana de Investigación de Mercados y Opinión Pública S.A.C., comercialmente conocida como C.P.I.  Como era de esperarse, no hay cambios radicales en comparación con elsurvey anterior, salvo subidas y bajadas de las Top 10, pero siempre con el liderazgo de RPP.



Como quiera que a veces uno se deja llevar por los nombres de las radios, es necesario también estar conscientes del género que estas proponen, por lo que me di el trabajo señalarlos, con el fin de sacar los porcentajes de la sintonía radial, específicamente separado por género y únicamente en la ciudad de Lima. Luego de ello, eliminé las radios de noticias (RPP, Exitosa y Capital) con el fin de encargarme única y exclusivamente de las radios musicales.  Ahora bien, para efectos de que la información fuere más fácil de leer y unificando criterios, generalicé al Rock & Pop, con repertorio anglo y español, independientemente si es actual o “del recuerdo”.  Igualmente, a todos los géneros les sumé los valores pertenecientes a Radio Comas, por ser una radio cuya programación es extremadamente variada (me hace acordar al indescifrable Sabor Mix de los 90’, radio que empezó -a mi parecer- con la “mediocridatización” de las radios, pero ese es otro tema).  Es así que el resultado de este ejercicio dio -ojo, siempre en la ciudad de Lima- que el reggaeton es el género más escuchado con 24.49%, seguido por las baladas con un 22.57%, salsa con 18.10%, cumbia 17.59%, y unos sorprendentes 16.59% y 0.66% de Rock & Pop y folklore, respectivamente. 



No pude, sin embargo, dejar de acordarme de la encuesta realizada en diciembre del 2015 por GFK respecto a los gustos musicales en donde se demostrada que a la pregunta “¿qué género escucha con mayor frecuencia?” los resultados -siempre en Lima- fueron baladas y salsa cada uno con 16%, seguido del huayno (o folklore) con 14% y cumbia con 8%.  


Mmmmm... algo no me sonaba bien.  Pensé que tal vez esa diapositiva era el resumen de una data más extensa, por lo que acudí al mismo GFK para hacer la consulta, y tuve la fortuna de recibir la data de las tablas generales.  ¡Que rica información!  A la pregunta “¿cuál es su género musical preferido?”, las respuestas únicas fueron muy específicas, disgregando, por ejemplo, el rock o el pop en inglés con el español, hip hop, electrónico, rock progresivo, reggae, metal; too good to be true.




Pues bien, para efectos de tratar de comparar, sobre la base de las tablas de GFK uní algunos géneros con otros, principalmente, con los mismos grandes grupos que me arrojó el análisis hecho con la data de C.P.I.  Fue así que para la categoría “reggaeton” la sume los valores de esta con la de bachata (suelen ser programados en las mismas radios), rock o pop en inglés y español (actual o clásico) junto con reggae, dance, hip hop, electrónico y demás hierbas en la categoría “Rock & Pop”, y salsa y merengue en “salsa”; la categoría “baladas” entiéndase como baladas en español, actuales y clásicas.  Por favor, absténganse los puristas de sumar los porcentajes, que en ninguno de los casos suma cien exactos (he obviado “otros” y “no sabe/no opina”, convirtiendo lo parcial en un universo).



El resultado me sorprendió por las diferencias encontradas .  Ok, estoy de acuerdo en que esto no puede tener rigor científico por cuanto el objeto de cada uno de los estudios son diferentes, es decir, uno mide preferencias de géneros musicales, y el otro, la sintonía radial, pero tengamos en cuenta que según la encuesta de GFK, la mayoría de la población escucha música vía radio (84%, para ser exactos).  A partir de allí, es lógico inferir que los gustos musicales tienen una relación directa con las radios que la gente escucha.  Por supuesto que pueden haber variaciones, pero, ¿cómo explicar la enormes diferencias encontradas entre uno y otro estudio con el reggaeton, el flolkore y la cumbia?  Tal vez sea el momento de revisar los sistemas estadísticos utilizados para hacer este tipo de encuestas (les dejo a su criterio el sistema de cuál institución).




Una última reflexión; convengamos que un estudio de sintonía radial sirve principalmente para el establecimiento de las tarifas de compra-venta de publicidad de los medios, amén de ser una herramienta de toma de decisiones.  Estos estudios son consumidos principalmente por agencias de publicidad y los propios medios estudiados.  A partir del reporte de C.P.I, hice el último ejercicio de señalar a qué corporación radial pertenecen cada uno de los medios (ahora sí incluyendo toda la data general), y hacer un ranking.  Lo dije y lo seguiré diciendo siempre: no me gusta la concentración de medios.



Setiembre 2016


lunes, 5 de septiembre de 2016

LAS CONSECUENCIAS DE UN PELIGROSO FALLO SOBRE PLAGIO

La cola de Blurred Lines




Hace año y medio los herederos del gran Marvin Gaye -uno de los artistas que a través del R&B influenciaron poderosamente el pop- entablaron un juicio por plagio contra Pharrel Williams y Robin Thicke.  Según ellos, la canción Blurred Lines de este dúo era un plagio de la del mítico Gaye, Got to give it up.



En marzo pasado, una corte federal de California ordenó al dúo pagar 7.3 millones de dólares a los herederos de Marvin Gaye por infringir las leyes de copyright, fallo que ha sido -por supuesto- apelado, y que ha escandalizado a la comunidad musical, ya que los evidentemente subjetivos elementos de juicio condenan a alguien por “parecerse” al otro.  De hecho, ya son más de 200 mega-estrellas que están oficialmente protestando contra este fallo por considerarlo peligroso y factible de tener cola.

Pues bien, parece que la cola es bastante corta; y -oh casualidad- el nombre de Marvin Gaye también aparece de costalete…

Una de las canciones más emblemáticas de este artista es Let’s get it on, escrita por él y por Ed Townsend.  Resulta pues que los herederos de este último, imagino que “alentados” por los resultados del juicio antes mencionado, han denunciado nada más y nada menos que a Ed Sheeran por su canción Thinking out loud, ganadora de un Grammy, N°1 en once países desde su lanzamiento, un billón de plays en YouTube, y ventas sólo en Estados Unidos de más de un millón de copias (disculpen la pequeñez).

Y en el saco están una larga lista de colaboradores, o a quienes los denunciantes consideran responsables solidarios:  Gingerbread Man Records, el sello propio del artista, que es distribuido a través de un joint venture por Warner Music, ambos involucrados; Bucks Music, BDi Music y Sony/ATV como editores y sub-editor de la canción, compuesta por Victoria Wadge y Ed Sheeran.  También está denunciado el productor del tema Jake Gosling.

Según en portal Music Law Updates, en la denuncia se puede leer que “…las progresiones armónicas, melódicas y elementos rítmicos observados en Let’s Get It On la han hecho una de las más conocidas y ‘reconocibles’ canciones en la historia del R&B... estos elementos son el ‘corazón’ o, cualitativamente hablando, los elementos más importantes de la canción de acuerdo con la crítica especializada”; y agrega "Ed Sheeran copió ‘el corazón’ de Let’s Get It On repetida y continuamente a través de Thinking Out Loud…”.


Como mencionaba al principio, según The Hollywood Reporter, los más de 200 artistas han enviado hace poco una carta dirigida a la Corte del Noveno Distrito de Apelaciones (en donde se revisará nuevamente el caso), en la cual declaran que consideran que si el fallo de Blurred Lines continua en firme, la propia industria musical se vería afectada,  Se puede leer en ella que “..el veredicto en este caso amenaza con castigar a los compositores por crear música que está inspirada por trabajos previos. Toda la música comparte inspiración de previos trabajos musicales, especialmente dentro de un género musical particular. Si el veredicto se mantiene, es algo muy peligroso para la comunidad de la música y sofocaría la creatividad. Es difícil imaginar como sonaría nuestra música si David Bowie hubiese tenido miedo de inspirarse en Shirley Bassie, o si los Beatles hubieran tenido miedo de inspirarse en Chuck Berry“.

Nota curiosa e irónica: la editora que controla la supuesta obra plagiada (Let’s Get It On) es Sony/ATV, quien tendrá que defenderse de una demanda... de su propio autor.  ¡De locos!

Para que se diviertan -y comparen- no dejen de ver y escuchar este mash-up de las dos canciones :


Setiembre 2016

miércoles, 24 de agosto de 2016

¿Puedes ser demandado por plagiarte a ti mismo? PREGÚNTENLE A JOHN FOGERTY





Creedence Clearwater Revival (más conocido como C.C. Revival) fue quizás una de las más exitosas bandas de rock ‘n roll de todos los tiempos, y cuyo meteórico éxito se vio a fines de los 60 y principios de los 70. Grandes clásicos del rock como “Proud Mary”, “Born on the Bayou”, “Have you ever seen the rain”, “Bad moon rising” entre muchos otros, salieron de la pluma de su vocalista y líder indiscutible, John Fogerty.

Pero la fama y las luces no siempre son historias idílicas y felices (de hecho, por lo general son infernales). Originalmente cuarteto formado en 1967 en El Cerrito, California, en 1971 la banda se convirtió en un trío con la salida de Tom Fogerty, hermano mayor de John, producto del desgaste y entredichos del cantante, sus miembros, y Saul Zaentz, dueño de Fantasy Records, la disquera que los firmó desde el principio (la historia del manejo interno de este grupo ha entrado en los anales de la historia del rock 'n roll como una de las más tristes).

Poco tiempo después, casi por propia gravedad, C.C. Revival se disuelve, y John, para poder salir del oneroso contrato que él mismo torpemente firmó con Fantasy (¡quedó debiéndole al sello ocho discos!), terminó cediéndole los derechos de todas sus canciones.

En 1985 John Fogerty lanza “Centerfield”, llegándose a convertir en un éxito en ventas internacional, pero con él comienza nuevamente un calvario: se ve demandado por un supuesto plagio, ya que Zaentz alegó que la canción principal, “The old man down the road”, compuesta por el propio John Fogerty, era la misma que “Run through the jungle” interpretada en la época de C.C. Revival, y escrita por… ¡John Fogerty! Claro, el titular de los derechos era Zaentz y su Fantasy… El jurado decidió que las canciones no eran las mismas, pero las puyas continuaron durante años. Fogerty fue demandado nuevamente por Zaentz, pero esta vez por difamación, por la canción “Zanz Kant Danz” (“Zanz can't dance, but he'll steal your money…” dice la canción). Finalmente el juzgado lo obligó a cambiarle el título, y se convirtió en “Vanz Kant danz”.

Afortunadamente la demanda de “The old man…” vs. “Run throug...” no prosperó (sólo porque el jurado consideró que eran diferentes), pues hubiere sido absurdo que alguien se viese condenado por plagiarse a sí mismo. Ante ese escenario, Ionesco hubiera parecido Condorito…

Juzguen ustedes..

The old man is down the road

Run through the jungle

Agosto 2016