viernes, 7 de abril de 2017

EL ARTISTA DE HOY




Leí hace poco en la revista Distorsión una entrevista a Javier Martinez, ícono del rock en nuestro idioma y baterista del pionero trio argentino Manal, que, junto con Almendra, son los papás del rock en nuestro idioma (fina cortesía de Jorge Fernández Vegas).  El artículo lleva el provocador título “Javier Martinez: si no ves a la música como un negocio sos un boludo”, y me hizo recordar algunas conversaciones que a veces tengo con personas de todo tipo, tanto ajenas como miembros de la industria musical y comunidad artística.

En el imaginario popular la sociedad está la idea del artista que gracias a su talento llega a ser descubierto por algún ejecutivo discográfico y, combinando el talento de otros en otras disciplinas, logra la popularidad, el triunfo o la realización artística.  Muy lindo, muy romántico, pero eso hoy ya no es verdad.  Lo fue en los albores de la industria musical y fue el modelo predominante, cada vez con mayor sofisticación, pero poco a poco fue desapareciendo hasta extinguirse en los primeros años del siglo XXI con la aparición del internet. Actualmente solo lo vemos películas.

Napster apareció en el 99 y a partir de allí se dieron muchísimos cambios radicales y vertiginosos en los hábitos de consumo y los modelos de negocio de todos los protagonistas de la industria musical.   Sumémosle a eso el avance tecnológico, el abaratamiento de las herramientas de trabajo, y la democratización de la tecnología y comunicaciones.

Si metemos hoy todo ello en una licuadora, y hablando específicamente de la aparición de artistas nuevos, nos encontramos con un panorama en donde, una de las muchísimas consecuencias es que, hoy por hoy cualquier persona con mínimo conocimiento musical (y a veces ninguno) puede hacer una producción a costos extremadamente bajos.  Los hay quienes transitan por caminos comunes usando fórmulas poco originales con cero talento o creatividad, pero también existen con aquellos que hacen experimentos extraordinarios con inconmensurable capacidad musical o artística.  Ambos conviven y enfrentan prácticamente el mismo problema de falta de visibilidad que les dificulta poder sobresalir y conseguir sus objetivos en medio de millones de personas que están en la misma situación, que luchan a través del Streaming -la nueva forma de consumo- para hacerse notar, o con la escasez de locales y escenarios para mostrar su arte y coadyuvar al crecimiento de su audiencia.  Y esto no tiene nada que ver con el género o la calidad; lo mismo le pasa al que hace cumbia como al que hace fusión étnico-electrónica.

Como dice el artículo que menciono al principio, la música siempre fue y será un negocio; la diferencia está en que antes de los negocios de encargaban otros, y el artista se beneficiaba colateralmente.  El artista de hoy no sólo debe saber de música, sino que al inicio debe encargarse él mismo de todo, y para hacerlo bien, debe saber -o por lo menos conocer- muchas disciplinas.

El artista de hoy debe dominar todo sobre el aspecto netamente musical, y a profundidad.  Debe conocer no simplemente de marketing para provechar todos los caminos que esta herramienta le puede brindar, sino que además debe ser especialista en marketing digital.  Debe dominar técnicas de comunicación y estrategias de negociación.  El artista debe saber de economía para poder dirigir su carrera desde un punto de vista financiero y que le permita la rentabilidad necesaria para cumplir con sus objetivos. Debe tener nociones sobre aspectos legales para poder caminar por los sinuosos senderos del derecho de autor y conexos (y tener perspectivas de rentabilidad también) y poder celebrar contratos comerciales.  Debe saber administración para poder amalgamar todos los aspectos y diferentes ramas de las que tendrá que ocuparse.  Debe saber contabilidad si quiere tomar la cosa en serio y convertir su arte en sustento de vida.

El artista de hoy tiene mayor responsabilidad que antes, debe tener habilidad de gestión multidisciplinaria, ser consciente que con la enorme oferta y la atomización de los canales de comunicación existen posibilidades de identificación de nichos, audiencias y tribus que se alcanzan vía micro-targeting, y entender que sus ingresos pueden venir no sólo de presentaciones, sino también desde la publicidad, merchandising, licencias, derechos, grabaciones, performances, y un largo etcétera.  Tener claro que, al ser un negocio, él debe ofrecer algo valioso a cambio.  Tiene que obtener un retorno a la inversión, ya sea propia o de otro; si no hay retorno, no existe negocio.  Está en el show-business, por lo que si no hay business, no hay show.

¿Hay futuro?  Sin duda; hemos llegado a una época en la que las manifestaciones culturales no tienen que estar necesariamente vinculadas a su exposición en un mercado masivo, dando origen a una diversidad más amplia y, consecuentemente, a la existencia de una producción artística superior.  Pero para sobrevivir, el artista de hoy debe prepararse.  Bienvenidos al mundo de las micro-audiencias, las multi-fuentes de ingresos, y el poli-conocimiento.

Termino con lo que empieza la entrevista a Javier Martinez: “Cuando en el año 80 viajé a Nueva York a comprar una batería para el regreso de Manal, me crucé a Mick Jagger y el tipo estaba ahí porque había decidido estudiar Administración de Empresas.  Con eso ya te expliqué todo”. 

En 1980, Mick Jagger tenía 37 años, y ya era toda una leyenda….  La tenía clara.


Abril 2017