En setiembre, la Federación Internacional de la Industria
Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés), emitió un interesantísimo informe
encargado a Ipsos, sobre el comportamiento de los consumidores de música en la
actualidad.
El estudio fue dirigido hacia usuarios de entre 13 y 64
años, y llevado a cabo en 13 mercados líderes en consumo musical, entre los que
se encuentran Estados Unidos, Canadá, México, Gran Bretaña, Brasil, Japón,
Australia, Italia, Corea del Sur, España, y Suecia, países que consumen el 84%
de la música grabada globalmente.
En el informe se ve claramente la penetración y crecimiento
del Streaming como plataforma principal en el consumo digital, y respalda los
vaticinios de toda la industria respecto al liderazgo de esta tecnología, así
como evidencia las grandes distorsiones que existen en su aún inestable
ecosistema.
Paralelamente, analizando data sobre las plataformas más
usadas, sorprende ver los resultados que presentamos en el siguiente cuadro:
¿Qué tiene que ver YouTube, un servicio de streaming de
videos, con las plataformas de streaming de audio? Muy simple; según el informe de Ipsos, el uso
que se le da a YouTube tiene mucho más que ver con la música de lo que
pensamos.
En efecto, de su billón de usuarios -todos gratis- el 82%,
es decir, 820’000,000 de usuarios usan esta plataforma para la música. Es más, en el grupo de edad de entre 16 y 24
años (los heavy users de la música), la cifra sube a 93%. Pero la cosa no queda allí. El estudio también profundiza, y refleja que
de esos 820 millones, el 81% lo usa para escuchar
música que ya conoce.
Con esas cifras en mente, y teniendo en cuenta que -de
acuerdo con IFPI- sólo Spotify le generó 2 billones de dólares a los sellos en
el 2015, arrojando un promedio de US$ 18 por usuario, y que YouTube sólo le
generó US$ 1 por usuario, se puede entender por qué la industria discográfica considera
a YouTube como el servicio de música on-demand
más grande del mundo, que no está pagando a artistas y productores un precio
justo por la música, y que pone de relieve más que nunca la necesidad de una
acción legislativa para abordar la “brecha de valor” (el “value gap”, término que
marcó el reporte IFPI del 2015), negándole
a los titulares de derechos musicales una retribución justa por su trabajo.
Y se habla de acciones legales, puesto que YouTube hasta
ahora ha aprovechado un vacío conceptual, minimizando su importancia como
servicio de música, y argumentando entre otras cosas que el servicio es
principalmente promocional, escapándose de ese modo de operar bajo licencias
musicales normales.
Lucha de titanes, que tomará aún cierto tiempo.
Mientras tanto, si eres artista, a la luz de los resultados
del estudio, tal vez lanzar tu nuevo video clip en YouTube, no sea tan buena
idea. Mira:
Diciembre 2016
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