Una noticia
ha remecido el ambiente de las sociedades de gestión, y que compromete seriamente a la (casi
ya no) sempiterna sociedad de autores de España, la SGAE; ya lo dice el dicho: "aquel que no aprende de su historia, está condenado a repetirla".
La Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores, CISAC, acaba de suspender a la sociedad española por no haber tomado los correctivos necesarios para evitar y solucionar el gran escándalo conocido como "La rueda", decisión que se ratificaría y entraría en efecto a fines de este mes, y que acarrearía serios problemas para SGAE. Una serie de exigencias le fueron requeridas a la sociedad de gestión de autor, que aparentemente pasaron por agua tibia. Pero para entender todo esto, es necesario retroceder y hacer un poquito de historia...
EL ORIGEN
Todo comenzó con Teddy Bautista, el polémico presidente de la SGAE
durante más de 15 años (que anduvo preso y aún envuelto en demandas por malos manejos en la sociedad). Hace algún tiempo, Bautista buscó compensar a un
segmento de compositores (autores de música sinfónica, por ejemplo) tradicionalmente relegados por compositores de música moderna -que normalmente recaudan mucho
más- al propiciar la emisión de su música en programas nocturnos de canales
regionales, privados, e inclusive en Televisión Española. No es difícil de entender que una canción gane más por ser emitida en un horario prime time que por la franja nocturna, por lo que posteriormente la SGAE aumentó la cantidad que se pagaba por derechos de autor por la música emitida
en esa franja horaria.
Esto lo explica muy bien Nando Cruz en El Confidencial: “El concierto que La Sexta emitió el pasado
martes 18 de diciembre a las 6.30 de la madrugada tuvo 4.000 telespectadores. Un mísero 0,6 de share. En horario
nocturno de prime time, las audiencias oscilan entre el medio millón y el millón
y medio. Si el reparto de derechos fuese proporcional a la audiencia de cada
franja (que es lo que marca las tarifas de publicidad que financian las
cadenas), la proporción de dinero que genera el minuto de madrugada frente al
minuto de prime time sería de 1 a 125,
de 1 a 250 o incluso de 1 a 500. Sin embargo, el reparto siempre se ha
calculado en base a unas tablas de la SGAE que determinan que un minuto de música en madrugada recibe un
punto y uno de prime time, cinco.
Actualmente un minuto de madrugada recibe 0,6 puntos y la proporción frente el
‘prime time’ es de 1 a 8,3. Sigue a años luz de la realidad.”
OPORTUNIDAD A LA VISTA
Una serie de intermediarios, léase proveedores de música, editoras,
etc., vieron la veta en el negocio: un 80% de los ingresos de la SGAE proviene
de la música, y de ese porcentaje, la mayoría se recauda de los canales de tv
que pasan canciones. Con la modificación
de las proporciones, en el 2015 la
franja nocturna representó el 70% de la recaudación por la música en la TV,
frente a una audiencia de apenas 1% de la audiencia, lo que supone millones de euros para repartir.
Se generó entonces una red de autores que comenzó a grabar miles de obras
por encargo de estos intermediarios (editoras), en combinación con personal de
las propias televisoras, pues licenciaban de las editoras estas canciones para
pasarlas en los programas nocturnos.
LA RUEDA COMIENZA A GIRAR
Las televisoras pagan una cantidad fija a la SGAE por el uso de la música
(determinada por un porcentaje de su ingreso publicitario). Con la creación de estos nuevos espacios y las
nuevas proporciones de reparto, de lo que SGAE recaudaba, le devolvía el 50% a
los canales, de modo tal que compensaban en parte lo que le pagaban a la
sociedad, por lo que se creó un ecosistema funcional: te proveo
de música, me pagas por emitirla, elevo la proporción de reparto, y te devuelvo
la mitad de lo que pagas. Un círculo
perfecto (de ahí el nombre de “la rueda”) que si bien no podría ser considerado
-hasta allí- ilegal, sí inmoral y poco ético.
UN NEFASTO RESULTADO
Al haber tomado la policía cartas en el asunto, se descubrieron sin
sentidos y negociados varios y corruptelas: canciones que resultan ser obras del dominio
público con apenas muy pocos arreglos -o casi insignificantes- y registradas con
nombres de autores falsos, o a través de testaferros (muchos trabajadores y directivos
de SGAE); personas ajenas a la música, es decir, cuya inspiración musical no sirven
para nada, y hasta niños, pero con millonarias recaudaciones. Obras que son transmitidas en volúmenes apenas
perceptibles (¡a las 4 de la mañana!) que generan más que una canción en el top
10. Si tenemos en cuenta que una obra
transmitida en vivo genera más que una grabación, comenzaron a verse a músicos,
por ejemplo, un solitario guitarrista, a media luz al fondo de la escenografía
interpretando una obra desconocida a niveles casi no audibles, pero que
generaba más que una de Ale Sanz; “autores” que registraron más de 11,000 obras
en apenas cinco años (6.02 obras por día… ¡Plop!), y un largo etcétera.
TODO TIENE SU FINAL…
…aunque aún no termina del todo.
La SGAE fue intervenida a mediados del 2017 por agentes de la Unidad de
Delincuencia Especializada y Violenta y de la Policía Nacional por un fraude calculado
de más de 100 millones de euros solo entre el 2006 y el 2011, involucrando a 14 miembros del Consejo Directivo por conflicto de intereses en esas actividades. En marzo del 2018 la CISAC retiró a la SGAE de su consejo, con el fin de evitar cualquier compromiso frente a las investigaciones que
comenzaría respecto de sus conductas generales, y particularmente de sus
políticas de reparto. En diciembre del
mismo año decide iniciar un proceso sancionador que por lo pronto está
alcanzando una expulsión por un año por no estar en compliance con 17 puntos que la CISAC le exigió a la SGAE, entre
los cuales hay revisiones estatutarias, la reactivación de una comisión deontológica
(que trata asuntos éticos y de principios), elaboración de códigos de conducta
que atañe a personal de la sociedad para impedir que presten servicios a
socios, y por supuesto, la modificación de las reglas de reparto, entre otros. Aduce la CISAC que ninguna de las
recomendaciones -o al menos las más importantes- han sido cumplidas, por lo que
colmó la paciencia de la confederación.
QUE ES LO QUE SUCEDE AHORA
El ABC de España describe muy bien lo que significa esta medida: “Si no está en CISAC, SGAE deja de existir, ya que representa en España grandes
repertorios internacionales... Por [culpa de] «la rueda» se quedaron sin representación
las editoras internacionales, que esperan una solución. Y los problemas
judiciales y de imagen ahuyentaron al cine de Hollywood, al francés y al
inglés, que se fueron a DAMA [otra SGC]
y que antes llevaba SGAE. Todos los contratos de representación recíproca (con
radios, TV, locales y conciertos) nacen y se administran a través de la CISAC. Si quedase fuera, la entidad española
estaría fuera del mercado de representación y no podría seguir manteniéndolos.”
Pretender explicar toda una maraña bastante compleja de manejos dudosos en un simple blog es casi tarea imposible, pero sí se puede señalar que es difícil entender esa clase de episodios, máxime cuando el protagonista ya tiene muchas tablas en el tema. Toda SGC debe aprender de sus errores pasados (SGAE parece
que no lo hizo); como siempre lo he sostenido (so riesgo de incomodar a varios
amigos), creo que todas las SGC relacionadas a la música, con excepción de la de productores de fonogramas (que
velan por intereses más empresariales que personales) deben ser manejadas por
profesionales independientes, con las calidades y capacidades necesarias para
llevar a cabo sus funciones sin tener conflicto de intereses. Esto significa que todos los puestos clave debieran
ser ocupados por personas no-socias de la institución, sólo el Concejo de Vigilancia y un par de sitios en el Consejo Directivo debiera estar a manos de socios directos, propiciando una separación
de responsabilidades en gestión, administración y vida societaria. De esta manera se minimizaría el
fortalecimiento de las temidas argollas, conflictos de interés, ruedas, amarres, y propiciaría el
crecimiento y la buena gobernanza de la institución.
Mayo 2019,
con información extraída de ABC, El País, y El Confidencial