El blog de Mark Mulligan, uno de los
mejores analistas del music business, se ha posteado una extraordinaria
entrada que explica el porqué de esos descontentos y lo que se teje detrás de
todo esto a nivel internacional, y que me permito resumir a continuación.
Hace poco se publicó una historia
sobre cómo Apple propuso un pago estándar por streaming para los compositores, siendo
resistido todos los demás, principalmente Google y Spotify. Por supuesto, Apple
puede permitirse manejar Apple Music con pérdidas, obedeciendo a un plan estratégico
para que a Spotify le sea cada vez más difícil ser rentable (no siempre las
jugadas de Apple son altruistas). No obstante, arroja luz sobre lo que se está
convirtiendo en una herida abierta para el streaming: el descontento del
compositor. En los primeros días de este -hoy- principal modelo de
distribución/consumo, los artistas eran muy escépticos, pero a lo largo de los
años se volvieron mucho más receptivos hacia este medio. No pasó lo mismo con
los compositores por una razón fundamental: todavía no se les paga lo
suficiente.
Pero no se trata simplemente de hacer que los servicios de streaming
paguen más; es un problema complejo con muchas partes involucradas.
Los compositores no venden camisetas
El streaming cambió
fundamentalmente la forma en que los creadores obtienen regalías, pasando de
pagos más “jugosos” (y hasta por adelantado) a algo más parecido a una
anualidad. En teoría, los creadores deberían ganar la misma cantidad de dinero
que los artistas, solo que durante un
período más largo. Si eres famoso, esto puede ser manejable, pero si eres un
compositor o artista emergente, entonces tu cashflow se ve duramente
afectado. Muchos artistas, especialmente
los más nuevos, lo han hecho funcionar porque a) el streaming por lo general
solo representa una parte minoritaria de sus ingresos totales, y b) la mayor
exposición que consigue con el streaming por lo general repercute en sus otras
fuentes de ingresos, como presentaciones en vivo y merchandising. Sin embargo, para los autores no es lo mismo;
los compositores profesionales, es decir, aquellos que sólo se dedican a
escribir canciones (y no son artistas, intérpretes o ejecutantes), ellos no
venden camisetas ni se presentan en vivo.
Existe por tanto una mayor necesidad de arreglar los ingresos por
streaming para el compositor más que para los artistas.
Los cuatro factores que moldean los ingresos del compositor
Hay cuatro factores clave que impactan
en la cantidad que ganan los compositores por el streaming, y la mayoría de
ellos se pueden arreglar. Sin embargo, para ser claros, arreglar solo uno de
ellos no moverá la aguja de manera significativa. Veamos:
1.- Regalías por streaming:
las regalías relacionadas con el compositor giran alrededor del 15% del total
de los ingresos del streaming, y representan aproximadamente un 21% de todas
las regalías pagadas por las plataformas -alrededor de 3.6 veces menos que
las regalías relacionadas con los fonogramas (esto es mejor que antes,
cuando la proporción era 4.8). Sin
embargo, es claro que aún hay una gran brecha entre los dos derechos. Los sellos
argumentan que son ellos quienes arriesgan en artistas, invierten en ellos y
los comercializan; por lo tanto, deberían obtener la mayor parte de los
ingresos. Los editores, por su lado, argumentan que también están tomando
riesgos cada vez mayores con los compositores (pago de adelantos y anticipos de
regalías) y trabajando duro para que su música sea un éxito (por ejemplo con
sincronizaciones). También argumentan que todo comienza con la canción en sí. Ambos argumentos tienen credibilidad, sin
duda, pero el hecho de que las plataformas de streaming históricamente hayan
negociado primero con los sellos, ayuda a explicar por qué no queda mucho de la
torta para repartir regalías. Existe sí un margen para aumentarle las regalías a
los compositores, pero si se acompaña con una reducción en las tarifas que
se les paga a los sellos (lo cual no es imposible más sí improbable), el
resultado será definitivamente un menor margen para las plataformas de streaming.
Y ya que Spotify acaba de comenzar a
generar una ganancia neta, un resultado probable de aplicar esto sería
debilitar la posición de Spotify e inclinar el mercado hacia aquellas empresas
que no necesitan del ingreso por streaming, es decir, las grandes empresas
tecnológicas. Si el mercado se vuelve totalmente dependiente de las compañías
que prosperan exprimiendo a los proveedores ... bueno, buena suerte con eso.
2. El peso de las SGC’s:
muchas regalías de compositores son recaudadas por sociedades de gestión
colectiva (SGC) o PRO’s (Performing Rights Organizations). Estas (normalmente)
organizaciones sin fines de lucro, administran derechos, toman sus deducciones
y luego pagan a los compositores directamente, o a los editores, que luego
pagan a los compositores (después de tomar su tajada también). Sin embargo, se vuelve más complicado que eso.
Cuando suena un compositor en el
extranjero, la SGC local recolecta, deduce y luego envía el resto al SGC donde
se encuentra el compositor. Esa SGC toma su deducción y luego la distribuye. Se complica aún más: algunas SGC aplican una
"deducción cultural" adicional además de su tarifa principal antes de
distribuir. Entonces, por ejemplo, si el canadiense Drake suena en Europa, la
SGC local tomará su tarifa administrativa. Lo que sobra se lo envía a la SGC
local (SOCAN, la sociedad canadiense), que a su vez cobra su tarifa antes de
enviarlo al editor de Drake, que luego también toma su propia parte. En realidad,
aún así aumenten los pagos de regalías digamos de un 15 a un 20%, esta fuga de
ingresos igual se mantendría.
3. La industrialización de
la composición: con más lanzamientos que nunca, las canciones tienen
que captar de inmediato al oyente. Para ayudar a garantizar que cada parte de
la canción sea un gancho y para tratar de eliminar el riesgo de sus artistas,
los sellos más grandes encargan equipos de compositores y organizan campamentos
de composición de canciones, donde muchos compositores se reúnen y escriben los
tracks de los álbumes. Esto significa que las regalías de cada canción se
dividen en pequeñas partes en varios compositores. La canción de Drake “Nice
for What” tiene 20 compositores acreditados. Eso significa que las regalías, ya
de por sí pequeñas, se dividen en 20 partes.
4. La disgregación del
álbum: cuando la música consistía en vender álbumes físicos, a los
compositores se les pagaba la misma regalía fonomecánica por cada canción del
álbum, independientemente de si era un éxito o no. Ahora que los oyentes y las listas de
reproducción disocian álbumes, omitiendo las canciones de relleno, una canción
débil simplemente paga menos. Mala
suerte si solo escribiste las canciones de relleno en el álbum. Por un lado, así es la competencia en el libre
mercado: si no escribiste una buena canción, no esperes que pague bien. Sin
embargo, algunos compositores argumentan que también debería ser al revés: si
escribieron la canción que hizo que el artista fuera un éxito, ¿no deberían
pagarles una parte mayor?
Aquí hay un resumen de cómo se
combinan estos factores en la práctica (*):
- Digamos que un compositor gana ingresos de una canción que suena en el extranjero a una tasa de regalía de $ 0.0012 por stream
- La SGC internacional aplica deducciones culturales y tarifas administrativas, aproximadamente 25%
- La SGC nacional aplica tarifas administrativas, aproximadamente 15%
- El editor deduce su participación, aproximadamente 25%
- El compositor obtiene poco más del 25% del monto que originalmente pagó la plataforma
Esta es otra forma de verlo; la
cantidad de streams que un compositor necesita para obtener cierta cantidad de
ingresos:
Corresponde entonces a todos los stakeholders
en el negocio del streaming trabajar colectivamente para hacer que la obtención
de ingresos verdaderamente significativos provenientes del streaming sea un
objetivo realista para los compositores. Ningún movimiento aislado moverá realmente la
aguja. Incrementar el pago por streaming del 15% al 20% -por ejemplo- igual hará
que ese compositor “X” siga ganando poco más de un 25% de lo que paga. Todas
las aristas deben ser evaluadas y modificadas. Mientras no lo sean, los
compositores sólo sentirán cambios ligeros y seguirán teniendo una herida abierta
que impedirá que el streaming satisfaga su potencial creador.
Setiembre 2019
(*) Según modelo teórico estándar en países anglosajones