Bob Dylan, Neil Young, Shakira,
Bruce Springsteen y un largo etcétera; casi todos los días nos sorprenden las
noticias de venta de catálogo por grandes sumas, y la pregunta subyacente -y
evidente- es por qué.
Las dos razones más obvias son, en
primer lugar, el modelo de negocio que el streaming ha llegado a implantar. Las
ganancias y retorno de las inversiones que arroja el streaming son
enormemente inferiores con relación al modelo anterior de ventas físicas, donde
los porcentajes de las regalías mecánicas estaban sobre la base de un precio de
venta al distribuidor muy por encima de lo que representa un stream hoy
en día.
Sumado a eso, la pandemia cerró
las posibilidades de muchos cantautores de compensar esas pérdidas vía
presentaciones y giras, lo que constituía un gran porcentaje del total de los
ingresos de un artista que compone su propia música.
En el otro extremo, los hedge
founds (fondos de inversión, sociedades de inversión, o por su traducción
literal, fondo de cobertura), los compradores, tienen suficiente espalda
financiera y motivos muy concretos, que se relacionan íntimamente con los
costos de oportunidad descubiertos en esta coyuntura.
En un reciente artículo de Randall
Wixen, fundador y CEO de Wixen Music Publishing (una editora muy grande que
maneja repertorio importante como The Doors, Missy Elliot, Tom Petty, entre
muchos otros) aparecido en MBW,
desmenuza los factores que son los que al final terminan de dar una explicación
a por qué estamos asistiendo a estos movimientos de compra de catálogo que hoy
en día están en sus máximos históricos. De acuerdo con este
artículo que aquí adapto, según Wixen, lo anterior no significa que estos
máximos históricos reflejen con precisión el verdadero valor de estos catálogos
de canciones, por lo que se pregunta, ¿por qué y cómo todos estos fondos o vías
de inversión están entrando en el negocio de la compra de catálogos musicales?
Wixen explica que compañías como JP
Morgan, BlackRock y Oaktree Capital son astutos inversionistas que ven en catálogos
de música una gran oportunidad. Para ellos, un valor 20 veces mayor pagado en
un gran catálogo de música representa un seguro retorno de la inversión del 5%. Además, es altamente probable que estos
inversionistas se beneficien de una gran cantidad de ingresos que provengan de
circunstancias anteriores, y que los actuales propietarios no podrán cobrar. Serán ingresos inesperados que el vendedor perderá,
y que cosecha el comprador.
Dentro de estos ingresos inesperados, según Wixen, están:
- 424 millones (y sumando) de royalties no pagados que las plataformas no pudieron hacerlo al no dar con los editores correctos. Este dinero ahora se pagará a través de un "portal de reclamos" administrado por el MLC (Mechanical Licensing Collective), una suerte de sección ONI -Obra No Identificada- que existe en varias SGC’s. Los nuevos dueños obtendrán este dinero; los que han vendido, no (ver noticia aquí).
- La Music Modernization Act del 2018 (que lo describimos acá) cambiará la forma en que las dos principales PRO’s (Performance Rights Administrators, u organizaciones de administración de derechos de ejecución de EE. UU., ASCAP y BMI) operan ahora bajo ciertos decretos. Con la nueva reglamentación, ASCAP y BMI recibirán regalías cuyas tarifas serán determinadas por un panel rotativo de jueces que se conformará en ciclos de cuatro años. Se espera que cada uno de las liquidaciones de las PRO’s aumente significativamente con relación a la anterior, en un entorno de libre mercado, menos atado y más flexible. Es decir, cada vez repartirían más.
- A raíz de esto, a principios de 2018 el tribunal que determina las tarifas Copyright Royalty Board (CRB Phonorecords 3, encargado de establecer los royalties para el periodo 2018-2022) otorgó a los editores un aumento del 44% en las regalías de streaming (nota aquí). Compañías como Spotify apelaron ese aumento y aún sigue en discusión cuatro años después. Si parte o la totalidad de este aumento del 44 % se sostiene en la apelación, habrá un enorme pago retroactivo inesperado para los editores por la diferencia que no se pagó mientras la apelación estaba pendiente.
- Además (y para colmo), el próximo tribunal de CRB (CRB Phonorecords 4, que se encargará de las tarifas para el periodo 2023- 2027) ya está en marcha, a pesar de que el fallo de la anterior CRB aún está en apelación. Este tribunal bien podría fallar en otra mejora en las tasas de regalías pagadas a editores y compositores debido a la presión constante y el notorio desequilibrio entre compositores y productores.
Simple entonces; estos
inversionistas están agregando a su ya gran cartera, compras de catálogo
musical y contando los minutos hasta que estas ganancias inesperadas se
vuelvan reales.
Por el lado de los grandes
artistas/compositores, quizás puedan sentirse a veces intimidados o molestos
por ese hecho, y la realidad es que las personas que manejan estos fondos de inversión
poco les importa la imagen o el legado del autor (de hecho, casi todos estos
compradores le entregan la administración de estos catálogos a terceros administradores
que manejan millones de canciones más, y que probablemente no saben quién es o
cuánto vale una canción en particular). Además,
se pueden sentir presionados para vender por sus propios asesores
(abogados, gerentes, gerentes comerciales, etc.), porque, claro, ellos también
sacarán una tajada grande de esa venta.
En el mencionado artículo, Wixen
pone un ejemplo: Digamos que, eventualmente, un autor de la talla de los que menciono
al comienzo este artículo, recibe una primera oferta de 20 o incluso 25 veces
sus ingresos anuales promedio durante los últimos tres años. Puede parecer
mucho, hasta que entra en juego la letra chiquita de la “carta de intención”.
En primer lugar, es muy posible
que sea necesario contratar a profesionales que puedan organizar los ingresos
de tres o cinco años en hojas de cálculo, y que muestren información detallada,
como ingresos nacionales versus extranjeros, ingresos obtenidos por tipo, sus
10 canciones principales, sus tendencias de ganancias, sus mayores fuentes de ingresos,
etc., y que son condiciones que el comprador pone. Esta contratación cuesta, y mucho.
Una vez tenga lista esta
información, el comprador va a querer eliminar los “ingresos no repetibles”
o “accesorios”, con el único fin de disminuir las ganancias anuales promedio
por las que está pagando 20 veces más inicialmente. Podrían insistir -por ejemplo- en sacar del juego ingresos por sincronización publicitaria (porque,
en su opinión, fue una casualidad irrepetible).
Podrían sacar de la ecuación también alguna transacción extrajudicial
por una eventual infracción a los derechos de autor (una plataforma, un caso de
plagio, un litigio, un usuario publicitario, o por alguna red social, que
-créanme- abundan), porque se considera un evento único. El comprador siempre va a argüir, ¿por qué
debo incluir esos montos en la base de cálculo para ofrecer 20 veces más, si
fueron eventos fortuitos que nunca más sucederán?. Resultado, el número base sobre el cual
pagarán “20 o 25 veces más” se reduce considerablemente.
Al final de este proceso, la
oferta real tal vez llegue a solo el 80% de la cifra inicial que escuchó cuando
se metió por primera vez en la boca del lobo.
Y, por supuesto, después de los cargos adicionales incurridos por sus
administradores comerciales, administradores personales o abogados, aún
tendrá que lidiar con los impuestos sobre las ganancias de capital.
Y Wixen continúa con las malas noticias
para los vendedores; hay algo que nadie en este juego de compra-venta de
catálogos parece dispuesto a discutir: ya hay propuestas de la administración
actual para aumentar el impuesto a las ganancias de capital de EE. UU.
retroactivamente para las ventas de activos después del 1 de abril de 2021. El
aumento potencial movería las ganancias de capital de 23% (la actual tasa
impositiva más alta) a 43% (también, la tasa más alta de la escala). En otras palabras, es muy difícil saber
cuánto serán los impuestos resultantes por la venta de su catálogo hasta
después de concretarse esa venta. Sumamente
riesgoso.
Entonces, después de que el
comprador le haya descontado todo esto a las ganancias anuales promedio del vendedor,
después de que haya pagado a sus asesores y después de haber pagado sus
impuestos, le queda vender un activo que podría tener un valor cash de apenas el 60 % de su valor de mercado. El
costo de esa transacción es muy alto, y dados algunos de los factores que Wixen
enumeró, mantener ese catálogo podría darle al vendedor o a sus herederos algo
que más adelante gane el doble, y valga el doble, dentro de cinco a siete años.
Sin embargo, la tentación de
recibir hoy una suma para gastarla hoy -y en vida- es muy grande… Y esa finalmente es la razón primordial por la que la balanza a veces se inclina hacia la venta del catálogo.
Finalmente, Wixen le da unos buenos consejos a esos compositores que están considerando una venta:
- Recibir buenos consejos de asesores financieros y planificadores de patrimonio, basados en honorarios y que condicionen ganar dinero con la venta, sino simplemente con su asesoría.
- Mirar cuáles han sido las ganancias de su catálogo durante la última década y cuál ha sido la curva de esas ganancias. ¿Es conveniente (para el compositor y su familia) obtener ya una suma cash pero castigada, o es un mejor plan financiero para para quedarse no solo con la soga, sino también con la cabra?
- Hablar con la gente sobre qué tipos de inversiones alternativas podría hacer con sus ingresos netos si vendiera, y cómo se compararían con el incremento de valor y los ingresos anuales que ha disfrutado en el pasado (y puede esperar en el futuro) de la propiedad de su música.
- ¿Se podrá volver a hacer una gira y traer algunos fondos significativos para pagar las cuentas? Si eso no es seguro, ¿debería liquidar uno de sus mayores activos? ¿A qué tipo de tasas de rendimiento y riesgos de valor podría estar expuesto en el futuro?
Solo tienen que preguntarse: ¿por qué todos estos fondos de inversión estratégica y fondos de cobertura están tratando de convencerlos de que está obteniendo el trato de su vida si vende ahora mismo?
No hay una buena o mala decisión,
cada quien tiene sus motivos, pero sí es necesario entender las motivaciones y
las circunstancias que las rodea.
Marzo 2022