Aunque la música es sin duda una
forma de arte con un valor cultural incalculable, la industria discográfica se
rige por las leyes del mercado y la rentabilidad. Son empresas comerciales que
invierten en artistas con el objetivo de obtener ganancias a cambio. Esto
implica la identificación de nichos de mercado y oportunidades de negocio, creación, distribución y
promoción de música con el fin de atraer la mayor audiencia posible (o la correcta) y vender copias físicas o digitales, así como obtener ingresos a través del streaming
y aquellos side-business que se puedan generar a raíz de estas creaciones
o de la carrera del artista.
Tal vez una de las causas principales de la confusión es la percepción de que las compañías discográficas son benefactores que se dedican a “descubrir y apoyar a talentosos artistas” sin esperar nada a cambio…. Valgan verdades, si bien algunas compañías pueden tener un enfoque más artístico y estar genuinamente interesadas en impulsar carreras musicales (así debe ser, no se debe perder la mística), su objetivo final sigue siendo el lucro, y no hay nada de malo en ello. Tengamos en cuenta que, tal como se lo comenté al 'Chino' Chau, la música genera emociones, y las emociones se convierten fácilmente en pasiones...
Fomentar erróneamente la imagen de la industria discográfica como una institución benéfica, oculta el hecho de que las decisiones se basan principalmente en el potencial de ganancias y la viabilidad comercial. Puede sonar muy crudo, pero al igual que una tienda retira de su catálogo un modelo de pantalón pasado de moda por más buena calidad que sea, un supermercado saca un SKU de la góndola si no tiene rotación por más bueno que sea, o un restaurante elimina de su menú un plato que nadie pide por más rico que sea, una compañía discográfica difícilmente lanza producciones que no tengan potencial comercial (o que lo haya perdido), o que no sean rentable, independientemente de las razones. Cruel, pero real.
Igualmente, los contratos
discográficos, a menudo complejos y opacos, son otra razón para desmitificar
esta percepción de "apoyo desinteresado". Con una visión tan peculiar
del negocio, muchos artistas, especialmente aquellos en el inicio de sus
carreras, podrían encontrarse en desventaja al firmar acuerdos desfavorables,
por sus distorsionadas perspectivas de lo que puede significar tener la
oportunidad de ser promocionados o pertenecer a una compañía discográfica. Un
contrato con esa sesgada visión puede llegar a limitar su creatividad, derechos
e ingresos, al asignar una parte significativa de las ganancias a la
discográfica.
Ahora bien, si bien en la era
digital, los avances tecnológicos y las plataformas de streaming han
permitido a los artistas independientes mantener un mayor control sobre su
música y carrera para llegar a su audiencia directamente, sin la necesidad de
intermediarios, persiste la visión romántica de las compañías discográficas
como entes de bien social, más aún cuando esta ruta representa otro tipo de retos (visibilidad,
masificación, tiempo, inversión en marketing, y un largo etcétera) que una
compañía discográfica sí puede estar en mejores condiciones de enfrentar.
¿Por qué considero que es importante
desmitificar esa percepción de la industria? Porque creo que es fundamental -tanto
para artistas como público en general- adoptar una perspectiva realista sobre
la industria discográfica. Entenderla como un negocio no significa que
carezca de valor cultural o artístico. Al contrario, el reconocimiento de
su naturaleza comercial puede empoderar y ayudar a los artistas para tomar
decisiones mucho mejor informadas, armarlos con conocimientos suficientes como
para negociar contratos más justos, explorar mejores opciones, o buscar más alternativas
independientes si así lo desean.
Por otro lado, el público puede
tomar decisiones más conscientes al apoyar a sus artistas favoritos, ya sea
comprando su música, asistiendo a conciertos o siguiéndolos en plataformas de streaming.
Además, alentando la transparencia y comprendiendo las estructuras básicas de
la industria, los fans pueden contribuir a que los artistas reciban una
compensación adecuada por su trabajo.
Estoy convencido que apartar esa percepción romántica de la industria discográfica es esencial para un futuro más equitativo y transparente en la música. Al reconocerla como un negocio, podemos trabajar para dirigirnos hacia un ecosistema musical en el que los artistas sean mejor valorados y recompensados justamente por su talento y esfuerzo, mientras el público disfruta de una amplia y diversa gama de experiencias musicales.
Recalco nuevamente que esta entrada no pretende analizar el caso de Sinéad O'Connor y su particular relación con la industria (cada caso es único); sólo sirvió de inspiración para que- seguramente- muchos quienes lean este post me satanicen, pero les pido que lean entre líneas y puedan darse cuenta que, al final, una buena perspectiva respecto a la industria discográfica tendría un efecto beneficioso. Si queremos que nos vaya mejor, a todos, empecemos por dejar de idealizar la actividad artística-empresarial, y comencemos por entender los preceptos del negocio. Entendamos de una vez que -insisto- ver a la industria discográfica como un negocio no resta valor al arte, sino más bien promueve una relación más justa y realista entre artistas, compañías discográficas y audiencias, asegurando así un florecimiento continuo de la música en nuestras vidas.
Se tenía que decir, y se dijo.
Agosto 2023