Hace
pocas semanas, la plataforma sueca anunció un “cambio” en la perspectiva de sus
tarifas, al agregar audiolibros
a sus planes premium, familiar y dúo.
Spotify afirma entonces que esta medida hace que ahora esa tarifa
califique como “un paquete”. Considerar
ahora que lo que antes era una tarifa premium, y de donde salía para pagar las regalías
a los titulares de música, ahora es una tarifa de un “paquete de audiolibros +
música”, les está valiendo escaramuzas legales, no solo con la poderosa Asociación
Nacional de Editores de Música (NMPA, por sus siglas en inglés), sino que ahora
se suma la MLC, el colectivo de licencias mecánicas.
Pero
para comprender esto, es necesario también entender por qué estas nuevas “tarifas
paquete” de Spotify pueden resultar en menores ingresos para las editoriales de
música, y esto se debe a varios a varios factores interrelacionados.
El
primer motivo -y el más evidente- tiene que ver con la tarifa de los servicios de
streaming. En EE. UU., las plataformas
digitales pagan tasas de regalías mecánicas más bajas cuando forman parte de
"paquetes" de servicios más amplios, tarifas acordadas en 2022
entre los editores y los servicios de streaming. Entonces, ahora que Spotify ha reclasificado
unilateralmente su clásica tarifa premium de música, como un “paquete” premium
de música + audiolibros, la reducción de ingresos para las editoriales es
incuestionable.
Pero
hay más factores que entran en juego, y uno de ellos es la distribución del ingreso. Cuando Spotify ofrece un paquete que incluye
tanto música como audiolibros a un precio fijo, el ingreso generado por cada
suscripción se debe distribuir entre más tipos de contenido. Esto significa
que la porción del ingreso que se destina específicamente a la música puede
disminuir, ya que una parte significativa del mismo ahora también debe cubrir
los costos de los audiolibros.
Por
otro lado, en términos reales también hay una reducción de tarifas individuales,
porque para hacer los paquetes más atractivos a los consumidores, Spotify
podría fijar precios competitivos que sean más bajos que la suma de los precios
individuales de los servicios. Este descuento puede traducirse en menores
ingresos generales, lo que implica que la cantidad disponible para el pago de
regalías a las editoriales de música se reduzca. Esto además va a desencadenar una competencia
interna por el presupuesto, el decir, dentro del presupuesto total que Spotify
destina para pagar regalías, la inclusión de audiolibros puede generar una
competencia interna entre los distintos tipos de contenido. Las editoriales de
música van a recibir una porción más pequeña del pastel porque una
parte significativa del presupuesto ahora se destinará a pagar regalías por
audiolibros.
No se puede minimizar un posible cambio en el consumo, pues los usuarios podrían
cambiar su patrón de consumo, dedicando más tiempo a escuchar audiolibros en
lugar de música. Si los usuarios pasan más tiempo consumiendo contenido de
audiolibros, los ingresos generados por la música disminuirán, porque el modelo
de Spotify generalmente paga regalías basadas en la cantidad de reproducciones
o tiempo de escucha. Menos tiempo de escucha de música significa menos
regalías para las editoriales de música.
Si
bien la diversificación del contenido y la necesidad de ajustar los modelos de
negocio y distribución de ingresos son decisiones estratégicas de Spotify que
buscan atraer y retener suscriptores, estas decisiones también tienen
implicaciones significativas para los diferentes tipos de derechos y regalías
que deben pagarse. En ese caso, todos
estos factores combinados van a resultar en que las editoriales de música
vean una disminución en los pagos de regalías, y eso les está valiendo
pleitos legales.
Según
reporta Music Ally, la posición de la NMPA es que “el intento de Spotify de
reducir radicalmente los pagos a los compositores reclasificando su servicio de
música como un paquete de audiolibros es una medida cínica y potencialmente
ilegal que pone fin a nuestro período de relativa paz. No toleraremos su
perversión del acuerdo que acordamos en 2022 y estamos analizando todas las
opciones". No solo eso, David
Israellite, el presidente de la NMPA declaró “…advertimos a Spotify que serán
responsables de la infracción por el uso de canciones y letras en videos y
podcasts que requieren licencias que no ha obtenido… antes de la traición
de Spotify, es posible que hayamos podido trabajar juntos para solucionar este
problema, pero han elegido el camino difícil al perseguir a los compositores
una vez más”. Ya incluyeron
infracciones al derecho de autor, y eso huele a guerra.
Además,
la MLC acaba de demandar a Spotify por considerar que ese cambio de perspectiva
ha sido hecho de manera arbitraria y sin previo aviso, no cumple con las leyes
y regulaciones aplicables, y entrando mucho más en detalle sobre por qué el MLC
cree que los nuevos planes de Spotify no deberían calificar como paquete.
Spotify
por su lado no se quedó callado; en un comunicado entregado a la revista
Billboard alegaron que "la demanda se refiere a los términos que los
editores y las plataformas acordaron y celebraron hace años bajo el acuerdo
Phono IV. Los paquetes fueron un componente crítico de ese acuerdo, y varios
DSP incluyen paquetes como parte de su combinación de ofertas de suscripción.
Spotify pagó una cantidad récord a editores y sociedades en 2023 y está en
camino de pagar una cantidad aún mayor en 2024. Esperamos una pronta resolución
de este asunto".
Music
Ally grafica muy bien el meollo del asunto: “Los paquetes son algo
legítimo. Amazon tiene uno, Apple tiene uno. Están escritas en el actual
acuerdo de tarifas mecánicas en los EE. UU. (Phono IV) porque son algo
legítimo. El paso de Spotify a los audiolibros también es legítimo: una
extensión natural de su expansión más allá de la música. Audible ha demostrado
que los audiolibros pueden ser un negocio decente, por lo que un paquete de
música y audiolibros ... bueno, ES un paquete.
Pero eso depende de cómo lo lances; a juzgar por la demanda del MLC,
Spotify tiene preguntas que responder sobre la forma en que ha llevado a cabo
este proceso. Lanzar una suscripción independiente a audiolibros y luego no
promocionarla (la presentación legal también entra en detalles sobre esto) solo
puede alimentar las sospechas dentro de la comunidad editorial sobre los
cambios.”
Es esencial que los antagonistas en esta disputa encuentren una manera de convivir en armonía. Spotify y las editoriales de música (los proveedores de audiolibros están -por ahora- fuera de la ecuación) deben buscar un terreno común para garantizar que todos los involucrados puedan beneficiarse equitativamente. Es imperativo encontrar un ecosistema más sostenible y justo para todos, en vez de iniciar y prolongar una batalla legal que podría perjudicar a todas las partes a largo plazo. Cooperación y diálogo abierto son claves para resolver estas diferencias y asegurar un futuro próspero para la industria del entretenimiento digital; si no lo hacen ellos, la justicia lo hará.
Mayo 2024