La tecnología y la era digital
están teniendo un impacto antes impensado en la industria musical y en la
sociedad en general, llevándonos -desde mi humilde punto de vista- a una
preocupante tendencia en la industria: la creación de música que lo único que
busca es el éxito económico, dejando de lado consideraciones estéticas o más
trascendentales, algo que alguna vez fueron valores fundamentales en la música;
y esta dinámica afecta a todos los géneros, desde el pop hasta el rock, el hip-hop
o el reggaetón.
Esta nueva forma de consumo a
través de plataformas de streaming on demand han redefinido desde hace
ya tiempo las reglas del juego en la industria musical. Hoy en día, los artistas y sellos
discográficos están enfocados en maximizar las reproducciones puesto que
los ingresos generados por estas plataformas dependen directamente no sólo del
número de veces que una canción es escuchada (muy al margen de que el ingreso unitario
por stream sea inmensamente inferior que el de la venta de copias
físicas, por lo que la necesidad de maximizar las reproducciones para generar
ganancias es esencial), sino también del tiempo que se reproduce cada track
(teóricamente, si se “salta” la canción antes de 30 segundos, no se cuenta como
una reproducción).